Italia: Un viaje de amores y desencantos

Italia: Un viaje de amores y desencantos

Teniendo en cuenta que este es mi blog y puedo publicar en el orden que quiera (o al menos mientras se entienda), vamos a ir y volver en el tiempo las veces que sean necesarias para cubrir estos tres años de aventuras que viví. Hoy les quiero contar sobre una experiencia un poco agridulce que tuve el año pasado. 

Para esto quiero aclarar que, en mi último tiempo en Australia, decidí que quería viajar a Italia para tramitar la ciudadanía. Sorprendentemente, porque el ahorro no es lo mío, pude juntar la plata necesaria y, en abril de 2023, me encaminé a Roma para cumplir mi nueva meta.

Si tengo que agradecer una cosa en especial de ese viaje, es que no fui 100% sola. Cuando tomé la decisión de hacer este viaje, hablé con un amigo de Sydney, y resultó que él estaba planeando lo mismo, para la misma fecha y la misma zona de Italia (¿cuántas son las chances, no?).

El resultado obvio fue que vinimos juntos, no solos, sino con su familia y amigos. Al principio yo solo era una colada más en el grupo con el que él venía, o al menos eso pensábamos. Resultó que cuando llegamos a Roma, no pasaron ni dos días hasta darnos cuenta de que lo nuestro no era una simple amistad y a las pocas semanas ya estábamos viviendo y trabajando juntos, y al poco tiempo terminamos en el resultado inevitable: de novios.

Ok, puntos para mi vida amorosa. Pero, ¿y el resto? ¿Mis planes? ¿La ciudadanía? Si digo que cambie unas 40 veces de planes en el transcurso del año creo que me quedo corta. En cuanto a la ciudadanía, lamentablemente no siempre todo sale como uno quisiera. En mi caso, después de esperar nueve meses en una ciudad que no me gustaba, haciendo trabajos que no disfruté en lo más mínimo, y sufriendo por primera vez el estar lejos de mi casa y mi familia, no logré obtenerla. Uno a veces confía en las personas equivocadas, que te aseguran cosas que no son y cuando te das cuenta ya es demasiado tarde. En resumen, eso fue lo que me pasó en la ciudad de Palmi: un conjunto de situaciones que me perjudicaban y una persona que me prometió resultados que nunca obtuve.

Creo que no tengo ni que mencionar que el solo hecho de estar haciendo trámites legales en un país que no es el tuyo, y con un idioma que no manejas es estresante. Pero si a eso le sumas la explotación laboral, las ganas de algunas personas de lucrar con vos y tu desesperación y algunas que otras cosas más que me pasaron…

Después de casi un año, el 05 de febrero de 2024, volví a mi casa en Argentina con más ganas que nunca. Jamás necesité tanto un abrazo de mi mamá, o tomar unos mates con mi viejo. O juntarme con mis amigos a comer algo. 

Pero entonces, si todo fue tan horrible, ¿por qué volver a Italia? Bueno, resulta que todo siempre tiene su lado bueno y la verdad es que gracias a todos los meses que pasamos esperando la ciudadanía en la misma ciudad, conocí gente increíble. Un grupo de amigos con los que no solo compartí mates e idas a la playa, sino también desgracias, penas, alegrías, cumpleaños, y hasta las fiestas. Navidad y Año Nuevo definitivamente no fueron lo que esperábamos, pero sin dudas fueron unas de las mejores fiestas que pase hasta ahora. Rodeada de amor, risas, karaoke y buenos deseos. Nada más lindo que compartir el tiempo con gente buena y que te quiere. 

Las personas siempre son una parte fundamental de las experiencias, y en este caso no me puedo quejar para nada. Italia me puede haber hecho llorar bastante, frustrarme y hasta querer rendirme y tirar todo por la ventana. Pero por el otro lado me dio al amor de mi vida, y una familia del otro lado del charco que me hizo reír en los momentos en que más lo necesitaba y que hoy en día me sigue acompañando, aunque cada uno haya elegido distintos destinos donde vivir. 

Para ir cerrando, mi primera experiencia en Italia no fue la mejor del mundo, pero me dejó cosas muy lindas y varias enseñanzas. Viajar no siempre es increíble y soñado, uno también puede pasar por momentos feos y querer volver a casa, creo que lo importante es saber cuando realmente vale la pena tirar la toalla y volver, y cuando es algo simplemente pasajero y que no vale la pena arruinar todo por eso. 

Así y todo la vida me dio revancha, porque en mayo de este año, volví al sur de Italia para obtener de una vez por todas mi ciudadanía. Y aunque al día de hoy todavía no la tengo, sigo siendo explotada laboralmente, y sigo teniendo algún que otro problema con el idioma, se que solo es temporal y que es cuestión de meses para que las cosas cambien y podamos, junto con Lu, formar la vida que queremos juntos y empezar con nuestros proyectos. Paciencia, es lo que Italia me tuvo que enseñar, a tener paciencia. Porque como dicen, Roma no se hizo en un día, ¿no?

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