Rottnest Island: Una escapada perfecta

Rottnest Island: Una escapada perfecta

Seguramente ya sintieron nombrar, al menos una vez, el destino del que les voy a hablar hoy. Y es que en instagram abundan las fotos de los famosos “quokkas” o de gente andando en bicicleta alrededor de Rottnest Island. Pero la isla tiene mucho más que ofrecer que esos tiernos animalitos, por lo que hoy les voy a contar un poco acerca de ella. 

Para que tengan un poco de contexto: el nombre original de la isla es “’t Eylandt ‘t Rottenest”, que significa literalmente “nido de ratas”, y esto se debe a que el capitán Neerlandés que la nombró, confundió a los quokkas con ratas gigantes (aunque sinceramente se parecen bastante). La isla había estado deshabitada por miles de años, hasta después del 1800 cuando se comenzó a utilizar como prisión para reclusos aborígenes. 

Hoy en día está declarada como reserva natural y es uno de los destinos turísticos más populares de la ciudad de Perth, ideal para relajarse y disfrutar de la naturaleza. Para llegar, solo basta tomarse un ferry desde el centro y viajar una hora, o media hora desde Fremantle y ¡listo! ya se encuentran en el paraíso. 

La realidad es que quise hacer un “10 cosas para hacer en Rottnest Island” y no pude. Y no porque la isla no tenga más de diez cosas para ofrecer, sino porque yo solo pasé un día y una noche en ella, y no puedo mentir y hablarles de las aventuras en sus cuevas, los paseos en kayak, en paddleboard, o de recorrer su periferia en velero, porque no lo viví. Pero si les puedo contar sobre todo lo que yo disfrute al estar ahí.

Por lo que vamos con las 5 cosas que recomiendo no perderse en Rottnest Island:

1. Pasear en bicicleta: Rottnest tiene una extensión de solo 19 km²; caminos bien señalizados y paisajes únicos, por lo que es ideal para recorrer en bicicleta. Se puede ir paseando y visitando los principales puntos turísticos de la isla, ya que todos cuentan con lugares para dejar las bicis y descansar un poco. No son caminos muy empinados o difíciles, por lo que es apto para todo público (incluso si no son muy atléticos). 

2. Explorar las playas: Hay playas hermosas como Pinky Beach, The Basin o Little Parakeet Bay para nadar y relajarse en las arenas blancas. El contraste con las aguas turquesas es alucinante, y dependiendo del lado de la isla en el que se encuentren, hay playas en las que prácticamente no hay nada de viento, y que lo hace ideal para pasar el día bajo el sol y descansar. 

3. Conocer a los Quokkas: Definitivamente este es EL imperdible mayor. Estos animales nativos son muy amigables y siempre están sonriendo, ya que es su modo de regular su temperatura corporal ¿Curioso, no? Si bien la isla está llena de quokkas, a veces son un poco difíciles de encontrar, pero solo basta esperar a que baje un poco el sol, para verlos recorriendo todo el lugar en busca de alimentos, y acercarse para tener el famoso recuerdo fotográfico de la isla. 

4. Visitar el Garden Lake:

De día es un lugar muy lindo para ver, pero ¿de noche? Literalmente se convierte en un lugar de cuento, cuando con el reflejo de la luna el lago se torna un espejo y se puede ver el cielo dos veces. Yo quedé fascinada con esa visión.

5. Ver el atardecer en Longreach Bay: Este lugar me lo recomendó una conocida que había estado viviendo y trabajando en la isla durante varios meses, y se los comparto porque acá fue donde vi el mejor atardecer de mi vida. La playa es tranquila, e ideal para relajarse al final de un largo día pedaleando, y ver un sunset inolvidable. 

Como les mencioné antes, hay muchas más cosas que se pueden hacer para disfrutar de esta pequeña isla, por lo que no duden en buscar más información si están pensando en visitarla. En las páginas oficiales pueden encontrar mapas, sugerencias, y distintas actividades o tours para contratar. 

En mi opinión, con dos o tres días en la isla es más que suficiente para explorar y disfrutarla por completo. Tengan en cuenta que al ser tan pequeña, no hay muchas opciones de alojamiento, por lo que les recomiendo que busquen y reserven con anticipación, para poder conseguir lugar en las fechas que quieran ir. Yo viaje a fines de septiembre, y si bien recién estaba empezando la primavera, el clima estaba ideal para poder recorrer y pasear, sin sentir un calor abrasador, pero permitiendo meterse al mar y disfrutar de la playa también. 

¿Les gustaría conocer la isla? ¿Y a los quokkas? No se olviden de dejarme sus me gusta y sus comentarios más abajo. Se que la entrada de hoy fue un poco más corta de lo habitual, ¡pero espero que la hayan disfrutado! 

¡Nos leemos en la siguiente publicación!

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Mi primer roadtrip: Western Australia

Mi primer roadtrip: Western Australia

No se si saben, pero Australia es EL lugar para hacer roadtrips. Las distancias entre las ciudades son enormes, y la gente está muy acostumbrada a tener un motorhome o una caravan y salir a la ruta cada vez que les sea posible. Y siendo sincera, es una experiencia increíble. Las rutas están muy bien cuidadas, todo señalizado, y hay paradas a cada rato con bancos, sombra y hasta baños químicos en algunas, para que te puedas sentar y descansar a mitad del viaje.

Aunque no lo parezca, yo siempre había soñado con hacer un roadtrip así: tener un motorhome, decorarlo, salir a la ruta y parar a dormir en lugares soñados. Manejar por horas hasta llegar a algún paisaje increíble y disfrutarlo al máximo. Incluso una vez intenté convencer a mi papá de que comprara uno para irnos de vacaciones a la Patagonia Argentina. Claramente no funcionó; papá perdió su espíritu aventurero con los años (y un motorhome no es nada barato). Por eso, cuando surgió la oportunidad de poder hacer algo similar en Australia, no lo pensé dos veces… o bueno, en realidad si. Fue el desafío más grande al que me tuve que enfrentar en ese año. Así que, para que me entiendan bien, mejor empiezo por el principio:

Era Agosto del 2022, yo estaba viviendo en Exmouth y mi mente ya estaba pidiendo un cambio. Tenía ganas de irme de viaje, seguir conociendo lugares y ver cosas nuevas. Así que me fui a Perth a comprarme un auto, y cuando volví, decidí que iba a construir una cama para poder acampar ahí adentro cuando quisiera. Era la primera vez en mi vida que iba a encarar un proyecto así sola, pero algo de experiencia ya tenía al haber armado muebles y ayudado con interiores de placard junto a mi mamá desde chica. Digamos que el tema de construir cosas viene de familia, y siempre se me dio bastante bien. Por suerte, no tuve que enfrentar esto 100% sola; un compañero de trabajo decidió ayudarme, y con mi diseño, su ayuda y las herramientas del dueño de la casa donde él vivía, logramos armar la famosa cama de la cual estoy muy orgullosa (por eso les voy a dejar varias fotos acá abajo). 

La cama no solo me permitía acampar en el auto, sino que después se podía plegar para guardarla en el baúl, dejando espacio para la valija y mis cosas. Créanme cuando les digo que el diseño estaba genial, y pasé los últimos años hablando de esto cada vez que tuve la oportunidad. Todavía no supero mi orgullo.

Este fue el primer paso hacia la aventura que les quiero contar hoy. Con la cama lista y el auto acondicionado para el roadtrip, ahora me faltaba encontrar con quién viajar. Mis amigos de Exmouth no tenían intenciones de hacer el mismo recorrido, así que tuve que buscar nuevos aliados. Así fue como surgió la segunda parte de esta aventura: irme de viaje con siete desconocidos. Bueno, técnicamente seis, ya que a uno lo había conocido en Perth cuando fui a comprar el auto. ¿Suena esto como un potencial desastre? Sí, pero les aseguro que fue uno de los viajes más inolvidables de mi vida.

El grupo con el que me fui había arrancado el roadtrip varios días antes, así que para el momento en el que me reuní con ellos en Exmouth, ya llevaban varios destinos recorridos y mucha convivencia entre ellos. Me costó un poco sumarme, pero yo estaba en modo “barbie aventurera” y, además, todos eran muy copados y me integraron enseguida. Eran de diferentes nacionalidades, y solo uno también era argentino, por lo que fue muy nuevo para mí cultivar esas relaciones durante las dos semanas que siguieron, ya que generalmente me relacionaba más con latinos. 

Nuestro primer destino fue el Parque Nacional Karijini, y debo admitir que estaba muy entusiasmada con la idea de acampar ahí. Era la primera vez que iba a poder dormir mirando las estrellas, y disfrutando de este nuevo desafío en el que me estaba involucrando. 

Acampamos la primera noche en Tom Price, y nos preparamos para disfrutar del parque al día siguiente. Empezamos por un lugar que se llama Fortestcue Falls, donde no solo hay unas cascadas (como su nombre lo indica), sino también hay varios piletones en donde te podías meter a nadar o caminar alrededor por todas las gargantas de piedra roja que los rodeaba. 

Esa noche hicimos free camping en el medio del Parque Nacional. Fue muy loco porque era la primera vez que acampaba en un espacio libre, sin tener baño químico ni ningún tipo de comodidad como las que te brindan en los campings. Para los que no saben, un free camping es un espacio en donde está legalmente permitido acampar. Uno puede pasar ahí la noche con la seguridad de que no lo va a parar la policía ni lo van a multar, pero sin ningún tipo de elemento adicional: un pedazo de tierra, el cielo y vos. Creanme que no era mi primera opción, pero necesitábamos estar más cerca de nuestra siguiente aventura para descansar bien. En instantes van a entender porque…

La siguiente parada, y la más inolvidable para mí, fue Mount Bruce. A veces, en medio de todo, llega un momento en el que me pregunto «¿Por qué corno estoy haciendo esto?». Definitivamente ese fue mi pensamiento mientras escalábamos el Monte Bruce, a las cuatro de la mañana, para llegar a ver el amanecer en la segunda montaña más alta de Western Australia. Hasta el día de hoy me acuerdo como sufrí esa caminata, y lo interminable que me pareció. Las piernas me temblaban, los pulmones no me daban más y casi sentía que me moría, pero una vez que llegamos… basta decir que no es lo único que me acuerdo hasta el día de hoy. Fue el amanecer más increíble que vi en mi vida (esta bien que tampoco vi muchos ¿no?, pero creanme que es insuperable). 

Los días siguientes los pasamos explorando Karijini y aprovechamos para recorrer lo más que pudimos. En general el parque es muy hermoso con el contraste de los colores de los lagos, las piedras rojas, los piletones por todos lados. Entre acampar por primera vez y disfrutar de la naturaleza, fue una experiencia inolvidable que nunca pensé que me iba a hacer tan feliz. 

Cuando nuestro tiempo en el parque nacional Karijini terminó, seguimos viaje hasta la ciudad de Broome. Ese trayecto fue un poco complicado porque fueron muchas horas y llegamos al camping muy cansados y con poca batería social. Pero, al día siguiente,  cuando finalmente descansados salimos a pasear, supe que también había valido la pena. 

Broome es ese lugar que aparece en instagram y te hace pensar que sobresaturaron los colores del cielo y el mar. La costa de la ciudad es un sueño, y les juro que es tal cual se ve en todas las fotos. Cable Beach, uno de los principales puntos turísticos de la ciudad, fue otra sorpresa. Fuimos a la hora del atardecer y la escena fue digna de una película: el sol cayendo sobre el mar, los camellos paseando por la arena (sí, camellos en Australia), y nosotros con la boca abierta. 

Lo único malo de Broome fueron las temperaturas. El calor y la humedad te agobiaban, y era muy difícil lograr dormir más allá de las seis o siete de la mañana porque el calor lo hacía imposible. Nosotros fuimos en septiembre, así que no me quiero imaginar lo que debe ser esa ciudad en pleno verano. Pero más allá de eso, fue todo muy hermoso. 

El resto de nuestro tiempo en la ciudad fue más social que otra cosa. Por primera vez vivencie una competencia de camisetas mojadas, algo que pensaba que solo existía en las películas yankis. Salí de fiesta, fui a la playa, me bronceé…

y hasta visité una granja de perlas donde aprendí cómo se fabrican las perlas verdaderas y cuanto cuestan (spoiler: demasiado). 

Cuando nuestras mini vacaciones en Broome terminaron, fue hora de emprender una nueva aventura y manejar hasta la ciudad de Perth, donde comenzarían nuevamente mis viajes sola, sobre los cuales les voy a contar un poco a partir de la semana que viene. 

La verdad es que este viaje en total no fue muy largo, fueron alrededor de dos semanas. Pero el hecho de viajar y convivir con completos desconocidos, enfrentarme a acampar por primera vez, y animarme a salir por completo de mi zona de confort haciendo actividades como Trekking, fue toda una experiencia. De todos modos y siendo 100% honesta (como siempre) hoy en día no lo volvería a hacer, o al menos no sin amigos. Siento que si bien fue un viaje hermoso que seguramente voy a recordar para el resto de mi vida, podría haberlo disfrutado muchísimo más si lo hubiera compartido con gente a la que quiero. Pero para saber estas cosas hay que experimentarlas, ¿no? 

¿Y ustedes? ¿Se animarían a emprender un viaje con gente que no conocen? ¿Hay algún lugar en el que sueñan con irse de campamento, ya sea en Australia o en algún otro lado? ¡Cuentenme! 

Como siempre, espero que les haya gustado leer sobre esta aventura y me encantaría ver sus comentarios y me gusta ¡Nos leemos la semana que viene en otra publicación!

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10 cosas para hacer en Exmouth

10 cosas para hacer en Exmouth

¡Hola, hola! Siguiendo con la temática de la semana anterior, hoy les traigo una entrada más acerca de la hermosa ciudad de Exmouth, y la segunda publicación de esta divertida sección “10 cosas para hacer…”. ¿Arrancamos?

Primero, un poco de contexto: Exmouth es una pequeña localidad ubicada en la costa noroeste de Western Australia, en la península de North West Cape. Fue fundada en 1967, originalmente para apoyar una base de comunicaciones militares, como parte de una colaboración entre el gobierno australiano y los Estados Unidos durante la guerra fría. Hoy en día, sin embargo, es la puerta de entrada al Parque Marino de Ningaloo, hogar de uno de los arrecifes de coral más grandes y accesibles del mundo.

A pesar de su tamaño pequeño, Exmouth cuenta con una comunidad llena de vida y recibe a turistas de todo el mundo, atraídos por la gran variedad de actividades al aire libre que ofrece. Ya vimos algunas la semana pasada, ¿se acuerdan?

Entonces, ¿qué ofrece? La lista de posibilidades es infinita, pero yo les voy a nombrar las 10 cosas que (para mi) no pueden dejar de hacer en Exmouth: 

1. Turquoise Bay: 

No se puede hablar de Exmouth sin hablar de Turquoise Bay. Ubicada dentro del parque nacional Cape Range, es considerada una de las playas más hermosas del mundo (la número 6 en el ranking de este año), y es la playa perfecta para ir a pasar un día entero a las orillas del mar más turquesa que van a ver en sus vidas, no por nada se llama así. 

Además, es ideal para hacer snorkel, ya que se pueden ver variedad de peces y corales en el Arrecife de Ningaloo, a pocos metros de la orilla. Realmente es una experiencia que no se pueden perder. 

2. Charles Knife Canyon:

El Charles Knife Canyon ofrece impresionantes vistas de acantilados y formaciones rocosas. Se puede ir a recorrer en cualquier momento del día, y caminar por los distintos senderos que ofrece.

Pero si buscan una experiencia mágica, les recomiendo ir al amanecer. Todo el cañón se transforma, y se ilumina de naranja, convirtiéndolo en un espectáculo digno de admirar.

Definitivamente es un imperdible para hacer en la ciudad, si me preguntan.

3. Pebble Beach:

Esta playa está ubicada sobre el lado oeste de la ciudad, y si bien no es una de las más hermosas de la ciudad, es el lugar perfecto para recorrer por la tarde. 

Lo que lo hace tan especial, es que aunque no se puede ver el típico atardecer con el sol cayendo sobre el horizonte, el cielo se tiñe de tonos rosados y naranjas, y debido a que el suelo de esta playa está cubierto de piedras de estas tonalidades también, se forma un paisaje único, en el que el mundo se torna rosa por unos momentos, creando una atmósfera mágica. 

4. Vlamingh Head Lighthouse:

El Vlamingh Head Lighthouse es el lugar más icónico en Exmouth para ver el atardecer sobre el océano Índico, y no, no todo se trata de ver atardeceres y amaneceres, pero son lindas experiencias, no me digan que no. Desde este punto alto, se puede disfrutar de vistas panorámicas del océano y durante los meses de junio a noviembre, se llegan a ver ballenas jorobadas durante su migración. 

Es una experiencia muy tranquila y popular. Después de las seis de la tarde, el camino hacia el faro se suele llenar de autos y caravanas, la gente sube con sus sillas y lonas y se sienta en los alrededores para poder disfrutar de estas vistas. Si están de visita, no se lo pueden perder. 

5. Whalesharks Tour:

Entre marzo y julio, Exmouth es el lugar ideal para nadar con los tiburones ballena, los peces más grandes del mundo. Varias empresas locales ofrecen tours que te permiten acercarte a estos gigantes mientras se alimentan cerca del arrecife de Ningaloo. Es una experiencia segura y controlada inolvidable. 

Si bien el tour no suele ser muy económico, realmente es una de las mejores experiencias de este lugar. Además,también se pueden ver otros animales marinos tales como, tortugas, distintos peces, tiburones de arrecife y tal vez hasta mantarrayas. Realmente es una experiencia imperdible.

6. Dunes Beach y Wobiri Beach:

Esta ciudad es un muy buen lugar para iniciarse en casi todas las actividades acuáticas: snorkel, scubadiving, pesca, y por supuesto surf. 

Dunes Beach es la playa favorita entre los surfistas por sus olas consistentes, mientras que Wobiri Beach, ubicada cerca, es la playa perfecta para principiantes que quieren aprender a surfear en aguas más tranquilas. 

Eso sí, la mejor época para surfear acá es de mayo a septiembre, cuando las olas son grandes y el viento es favorable.

7. Migración de ballenas:

De junio a noviembre, las ballenas jorobadas migran a lo largo de la costa de Ningaloo. Si bien se pueden ver desde la playa, o desde el Faro de Vlamingh Head, una de las mejores experiencias que pueden tener es verlas directamente dentro del océano, desde un bote. 

Las ballenas jorobadas son conocidas por sus impresionantes saltos y su comportamiento juguetón, por lo que realmente es una experiencia inolvidable poder verlas de cerca. Generalmente, hasta se acercan a curiosear cuando ven un barco, y sacan sus aletas para saludar. ¡Es imperdible!

8. Oyster Stacks:

Oyster Stacks es uno de los mejores puntos de snorkel en el Arrecife de Ningaloo, pero requiere algo de experiencia, ya que solo se puede hacer snorkel aquí con marea alta. Entre abril y octubre, se puede ver una gran variedad de vida marina, incluidos corales, peces y tortuga.

Si prefieren algo más tranquilo, hay otros puntos de la ciudad que pueden recorrer para hacer snorkel como: Lakeside, Bundegi Beach, Sandy Bay, y por supuesto la ya nombrada Turquoise Bay. 

9. Sandy Bay:

Sandy Bay es la playa perfecta para relajarse o disfrutar de deportes acuáticos como el paddleboard y el kitesurf gracias a sus aguas tranquilas y poco profundas. 

Ubicada dentro del parque nacional Cape Range, está un poco más alejada que otras playas, lo que la convierte en un lugar menos concurrido y más tranquilo, ideal para familias o para quienes solo buscan relajarse en un día de calma junto al mar. 

Realmente todas las playas dentro del parque nacional son hermosas, pero Sandy Bay es de mis preferidas. 

10. Yardie Creek George:

Yardie Creek Gorge es una impresionante garganta (grieta) situada dentro del parque nacional Cape Range. Una de las mejores maneras de explorarla es haciendo una caminata a lo largo de su borde, ya que se puede disfrutar de las vistas panorámicas del cañón y el arroyo. 

También se puede hacer un tour en barco por el arroyo, lo que permite observar de cerca las formaciones rocosas, pero al recorrerlo caminando, se puede no solo apreciar el paisaje, sino también encontrar wallabies de patas negras saltando entre las rocas y ver distintas aves y animales en su hábitat natural. 

La mejor época para hacer la caminata es en los meses más frescos, de mayo a septiembre, ya que las temperaturas son más agradables para explorar el parque. 


Increíble, ¿no? Y les prometo que solo elegí algunas. ¿Ustedes estuvieron en Exmouth, o les gustaría ir? ¿Agregarían alguna actividad a la lista? 

Si quieren más información acerca de la ciudad o las actividades que se pueden realizar, pueden visitar el sitio de la ciudad o la página oficial del Ningaloo Visitor Center.

Como siempre: ¡No se olviden de dejarme que les pareció la guía en comentarios! ¡Gracias por leer! y nos leemos en la siguiente publicación…

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Exmouth: Lecciones en el Paraíso

Exmouth: Lecciones en el Paraíso

¡Hola de nuevo! Espero que estén muy bien esta semana y que se hagan un rato en su día para leer la entrada de hoy. Sinceramente, se me hizo difícil escribir esta publicación porque me ganó la nostalgia y aparecieron esas ganas de volver, aunque sea por un día, a esta ciudad tan hermosa. Hoy les voy a contar sobre Exmouth.

Si bien mi plan original antes de viajar a Australia era ir directamente a esta ciudad, después de mis primeras tres semanas en Sídney me sentía un poco frustrada de estar yendo. En parte porque no había podido irme con mis nuevos amigos, y en parte porque necesitaba un trabajo urgente (cuestiones económicas) y eso me tenía bastante preocupada. Pero les mentiría si les dijera que esa preocupación y esa frustración duraron más de unos pocos días.

¿Conocen esa sensación cuando de repente todo empieza a salir bien y uno siente que está en el lugar correcto, en el momento indicado? Bueno, eso era lo que yo sentía a la semana de estar en Exmouth.

El motivo principal por el que fui fue para reencontrarme con una de mis mejores amigas, que vivía ahí en ese momento. Pero terminé teniendo mucho más para agradecerle a esta ciudad, donde aprendí tantas cosas y crecí para empezar a convertirme en la persona que soy hoy en día.

Una de las primeras cosas que hice fue subirme al auto que me prestó mi amiga, ir al centro de la ciudad (no se imaginen nada grande, eran dos cuadras con toda la furia) y buscar dónde dejar mi CV.

Conseguí trabajo en el primer lugar que vi, una panadería. No voy a entrar en detalles sobre la entrevista; basta con decir que a los diez minutos ya había acordado empezar al día siguiente con una prueba de unas horas. ¿Lo malo? La hora: ¡tenía que estar ahí a las cinco de la mañana! CINCO DE LA MAÑANA, yo, que si me levanto a las diez es con mucha fuerza de voluntad.

Al día siguiente, a esa hora, ya estaba en la panadería. Me pasé las horas tratando de memorizar cómo se llamaba cada cosa que vendían, mientras atendía y charlaba con la gente. Las que luego fueron mis amigas se reían y decían que cuando hablaba en inglés, se me transformaban por completo la voz y la personalidad. Y era verdad. No me pregunten por qué, pero cada vez que tenía que hablar en inglés, me invadía la personalidad de Xuxa: la voz se me agudizaba, me volvía mucho más entusiasta de lo que soy en realidad, y parecía que estaba cumpliendo el sueño de mi vida trabajando ahí. Por suerte, después de unos meses me calmé y empecé a parecer más “normal” en mi modo inglés.

Ahora, si bien logré estabilizarme un poco económicamente, también me tuve que enfrentar a una nueva realidad: aprender a estar sola. Admito que ese fue el aprendizaje más grande que tuve en la ciudad.

Hasta ese momento, yo creía que sabía estar sola. Pensaba que, con la pandemia y la cuarentena, había aprendido a disfrutar de mi propia compañía. Y la verdad es que no estaba tan equivocada, pero una cosa es estar sola en casa cuando sabés que todo el mundo también lo está, que nadie está haciendo ningún plan copado. No es una soledad 100% elegida, pero tampoco te queda otra. Y es más fácil de procesar. En cambio, en Exmouth, yo no quería estar sola. Quería estar compartiendo todo eso con alguien, pero no tenía con quién. Mis amigos en la ciudad estaban trabajando, no teníamos los mismos días libres, y ¿el resto de mis amigos? Bueno, estaba lejos de todos, básicamente. Así que ahí vino el nuevo aprendizaje: aprender a estar sola, incluso cuando no quería.

Todavía me acuerdo la primera vez que cargué el auto y me fui a pasar el día a una playa completamente sola. Fui a Sandy Bay, una playa dentro del Parque Nacional Cape Range que se terminó convirtiendo en una de mis preferidas para esos planes, porque nunca había mucha gente y era muy tranquila (además de hermosa).

Aunque no fue fácil, valió la pena. Si bien disfrutaba mis momentos de soledad y trataba de hacer planes copados, aunque no tuviera con quién compartirlos, siempre había una parte de mí que necesitaba compañía, que lo deseaba. Algo bueno del parque es que no había señal de celular, por lo que tuve que enfrentarme a ese miedo: ni siquiera podía tener el consuelo de estar conectada con alguien a la distancia. Era solo yo, el mar, mi lona, mi libro y la nada misma.

A medida que iba aprendiendo a disfrutar de mi compañía, también gané la confianza para hacer cosas nuevas. Tengo que admitir que me da mucho miedo probar cosas nuevas. Le tengo pánico a hacer papelones y a lo que la gente pueda opinar (por eso este blog también es todo un desafío para mí), lo cual me lleva a no intentar nada que no sepa que voy a hacer bien. Un embole, ¿no?

Una de las cosas buenas de viajar es que estás constantemente expuesto a probar cosas nuevas, quieras o no. Y si le ponés un poco de voluntad, aún más (y créanme que si había algo que tenía en Exmouth era voluntad). Bueno, para todo menos para aprender a surfear, ese fue un no rotundo. Pero gracias a esa voluntad, a mi amiga Vicki y a la gente que conocí esos meses, hice snorkel por primera vez, vi tortugas marinas, nadé con tiburones, con tiburones ballena, paseé en lancha, intenté hacer wakeboard en el mar (solo intenté, no lo logré), vi ballenas saltar y saludarme con sus aletas, y podría seguir enumerando cosas por horas.

Todas estas experiencias fueron increíbles y me enseñaron muchísimo, pero sobre todo me ayudaron a disfrutar del momento y a sacar lo mejor de cada situación.

Para cuando terminó mi tiempo en Exmouth, ya estaba convencida de que había cumplido un ciclo ahí y quería seguir viajando. Pero para eso necesitaba un auto propio, así que me lancé a mi primera gran aventura como “backpacker”: irme a Perth con un completo desconocido en su van.

Ir a Perth desde Exmouth implica manejar más de 15 horas. El avión no era una opción, ya que quería ahorrar para comprarme un auto. Así que busqué en Facebook si alguien iba hacia allá en las fechas que necesitaba. Por suerte, Marco, un chico alemán que estaba viviendo en la ciudad, se iba justo, y aunque no nos conocíamos, decidimos hacer el viaje juntos y dividir los gastos. Fue toda una novedad para mí. Si no hubiera aprendido todo lo que mencioné antes, no sé si me habría animado.

El viaje fue largo, con algunos silencios incómodos, pero me llevó directo a Perth, donde me esperaba mi próximo objetivo (del cual les hablaré en otra publicación, porque hoy ya se está haciendo largo).

Ahora bien, tengo que admitir que, aunque fueron meses hermosos que recuerdo con muchísimo cariño, también fue un período complicado. Yo estaba tratando de encontrarme a mí misma, de encontrar mi lugar en el mundo. Soñaba con encontrar un gran amor que me diera vueltas todo y me hiciera feliz. Y créanme que estuve muy lejos de eso. Hubo citas fallidas, “enamoramientos” no correspondidos, llantos varios, papelones a montones. Pero, ¿lo suficiente como para no querer volver? No, ni cerca. Mientras todo eso pasaba, la balanza siempre se inclinaba hacia lo positivo. Cada cosa “mala” se veía superada por algo mejor, y por un sentimiento muy profundo de que estaba haciendo lo correcto, de que esto era lo que necesitaba vivir en ese momento para aprender más y lograr mis objetivos en Australia.

Cada destino en el que viví me dio la oportunidad de crecer y aprender algo nuevo. Pero Exmouth tiene un lugar muy especial en mi corazón, porque fue la primera vez desde que me animé a subirme a ese avión que realmente tuve que plantearme si esto era lo que quería para mi vida. Fue el primer empujón hacia descubrirme a mí misma, entender qué me gustaba y qué no, y cómo podía cambiar lo que no me hacía feliz. No fue fácil ni perfecto, pero fue muy útil, y fue un privilegio recorrer ese camino en un lugar tan hermoso como Exmouth.

¿Y ustedes? ¿Hay algún lugar al que le tengan cariño por haber aprendido algo en particular? ¿Sienten que siguen buscándose o ya están más convencidos de quiénes son? Yo creo que la búsqueda nunca termina, pero uno nunca sabe 😉

La semana que viene les dejo más info sobre Exmouth y todas las cosas que se pueden hacer para disfrutar de esta ciudad en su totalidad. ¡Déjenme en los comentarios qué les pareció esta publicación y nos leemos en la próxima!

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10 cosas para hacer en Sydney

10 cosas para hacer en Sydney

¡Bienvenidos otra vez! En esta publicación voy a inaugurar una nueva sección: 10 cosas para hacer… 

Y en esta primera entrada, de mi increíble y novedosa idea (sabemos que no), les traigo las diez cosas que, para mí, no se pueden perder de hacer en Sydney.  Teniendo en cuenta que es una ciudad de más de 12.000 km2 y una de las más grandes de Australia, lo voy a hacer más fácil y les voy a mencionar solamente los diez lugares que (para mi) no pueden dejar de recorrer en esta ciudad. 

Pero antes de empezar, vamos con un poco de contexto: Sydney es una ciudad ubicada en la parte sudeste de Australia, y es la capital del estado de New South Wales (Nueva Gales del Sur). Es la ciudad más grande y poblada del continente, y  también es una de las 15 ciudades más visitadas del mundo, o esto al menos es lo que dice Google. Antiguamente la ciudad era una colonia penitenciaria británica, sin embargo hoy es el centro financiero del país y el punto más común de llegada para todos los inmigrantes y turistas que lo visitan. Y aunque suene sorprendente, no es la capital del mismo. 

Ahora, volviendo a lo que les prometí…

10 cosas para hacer en Sydney:

1. Opera House: 

Si hablamos de Sydney no podemos dejar de mencionar al Opera House, uno de los edificios más icónicos del mundo y un símbolo inconfundible de Australia. ¿Quién no vio por la tele o en un video el show de fuegos artificiales de año nuevo, con este famoso edificio delante? 

Esta Ópera es un centro cultural donde se realizan más de 1,500 eventos cada año, incluyendo ballets, conciertos de música clásica, teatro y espectáculos contemporáneos. Pero incluso si no les interesa ir a disfrutar de un espectáculo, se puede hacer un recorrido guiado por el edificio para poder conocerlo por dentro, o simplemente sentarse afuera, en sus escaleras, a disfrutar de las vistas del puerto y la ciudad. 

2. Harbour Bridge:

El Sydney Harbour Bridge es otro ícono de Sídney, y es uno de los puentes de arco de acero más grandes del mundo. Une el centro de Sídney con el distrito norte de la ciudad y para cruzarlo hay cuatro opciones: en auto o en bici, por supuesto.

Pero también se puede cruzar caminando por la pasarela peatonal, la cual es una de las experiencias más recomendadas, ya que ofrece vistas panorámicas inigualables de la Ópera de Sídney, el puerto y los rascacielos de la ciudad (y es gratis).

Y a su vez existe una experiencia llamada “BridgeClimb”, que es una actividad en la que, equipados con arneses de seguridad, se puede subir por la estructura del puente hasta la cima, y se puede disfrutar de una vista impresionante de 360 grados. Esta actividad es bastante famosa y se ofrece tanto de día como de noche, con cada horario ofreciendo su propio encanto.

3. Museo de Arte Contemporáneo:

Este museo es uno de los principales centros de arte moderno y contemporáneo de Australia. Se encuentra en el barrio de The Rocks, y además de sus colecciones de arte, ofrece vistas impresionantes del puerto y del Opera House. Si les interesa el arte, realmente es un museo muy interesante para recorrer, ya que tiene una amplia colección de arte contemporáneo australiano, y varias muestras de obras de artistas indígenas. Además, en la terraza del museo hay un café en donde se puede disfrutar de las vistas del puerto. Es un gran plan para un día lluvioso en la ciudad. 

4. Darling Harbour:

Darling Harbour es una de las zonas más populares de Sídney. Está ubicada cerca del centro de la ciudad, y es famosa por sus restaurantes, bares y cafeterías que bordean el paseo marítimo, ofreciendo una gran variedad de opciones gastronómicas con vistas al agua.

Durante la noche los fines de semana, suele haber un espectáculo de luces y agua que es hermoso para disfrutar.

Acá también podemos encontrar distintos museos y un acuario, así como también un jardín chino de la amistad y uno de los parques infantiles más grandes de Sydney. Todos estos lugares y espacios comunes diversos, explican porque Darling Harbour es uno de los destinos más turísticos de la ciudad. 

5. Bondi Beach:

Bondi Beach es una de las playas más famosas de Australia y es un lugar popular tanto para locales como para turistas, por lo que no podía no mencionarla. La playa es hermosa y es el lugar ideal para nadar, surfear o simplemente relajarse al sol.

Además, cuenta con varios cafés y restaurantes en su costa, por lo que se puede ir a comer o tomar algo mientras se disfruta de las vistas de la playa. 

6. Palm Beach:

Situada al norte de Sídney, es una de las playas más exclusivas y pintorescas de la región y es famosa por sus aguas cristalinas y su ambiente relajado. Lo que la hace el destino ideal para pasar un día de relax, alejados de la ciudad. 

Lo destacable de este destino es que se puede hacer una caminata hasta el faro de Barrenjoey (no sin esfuerzo, ya que hay que subir muchas escaleras), para disfrutar de una de las vistas más icónicas de la ciudad, donde se puede ver el contraste entre la playa abierta al océano, con las olas que rompen en la orilla, y el otro lado más calmado de Pittwater.

7. Caminata de Bondi a Coogee:

Es una de las rutas costeras más pintorescas de Sídney, y una actividad imperdible si les gusta la naturaleza y el aire libre. Es un sendero de seis kilómetros que sigue la línea de la costa desde la famosa Bondi Beach hasta Coogee Beach, pasando por varios otros puntos conocidos como Tamarama, Bronte y Clovelly. A lo largo del camino, se pueden ver distintos acantilados rocosos y playas escondidas. 

Esta caminata dura de dos a tres horas en total, y es apta para todos, exceptuando gente en silla de ruedas, ya que el sendero no está adaptado. 

8. Caminata de Rose Bay Beach a Hornby Lighthouse:

Este trayecto no es tan conocido, sin embargo no por eso es menos increíble. Es un camino costero de aproximadamente 7 km en donde se van a poder encontrar con pequeñas playas, bahías, miradores y unas vistas impresionantes de la ciudad a lo lejos. 

A lo largo del camino hay áreas de picnic y distintos sitios históricos como búnkeres de la Segunda Guerra Mundial y cañones que formaban parte de las defensas costeras de Sídney. Es el paseo ideal para hacer durante un día no muy caluroso, ya que la caminata es larga y no hay mucho resguardo del sol. 

El puente de Parsley Bay (totalmente construido en madera) a mitad de camino y el Faro de Hornby al final son los dos puntos más destacables, a mi parecer, de este recorrido fantástico por las costas de Sydney. 

9. Manly:

Manly es uno de mis destinos preferidos en Sydney, y se puede llegar después de hacer un viaje corto en ferry desde Circular Quay. Este viaje en sí ya es una experiencia, porque ofrece vistas increíbles del puerto de Sídney, el Opera House y el Harbour Bridge. 

Este suburbio tiene varias playas, aunque la principal es Manly Beach, que está rodeada por un paseo marítimo con cafés y restaurantes, lo que la hace el lugar perfecto para pasar el día. Sin embargo, también cuenta con otras playas como Shelly Beach, que es ideal para practicar esnórquel, o Freshwater Beach, donde se puede ir a surfear. 

10. Blue Mountains:

Las Blue Mountains son una región montañosa a unas dos horas de Sídney, conocida por sus formaciones rocosas, valles cubiertos de eucaliptos y cascadas, y es el lugar perfecto para hacer una escapada de la ciudad.

El nombre «Blue Mountains» proviene de la neblina azulada que emanan los árboles de eucalipto y que se puede ver a lo largo del horizonte. 

Las Tres Hermanas, la formación rocosa más conocida de la zona, es uno de los lugares más fotografiados en Australia. Además de ser un destino popular para el senderismo, las Blue Mountains ofrecen una variedad de actividades al aire libre, como escalada en roca, ciclismo de montaña y exploración de cuevas. Si viajan en tren desde Sydney, van a llegar primero a Katoomba, un pueblo encantador en donde van a poder encontrar galerías de arte, cafés y tiendas de antigüedades, lo cual hace que sea la perfecta base para quedarse, si quieren recorrer esta región por un par más de días. 


En mi opinión estas son las 10 cosas imperdibles para hacer en Sydney, ¿Y para ustedes? ¿Qué otros lugares sumarían? ¡Dejenme en comentarios qué les pareció esta guía!

Si quieren más información sobre las actividades, pueden entrar a la página oficial de la ciudad, que ahí pueden encontrar mucha más data: https://www.sydney.com/destinations

Espero que les haya gustado, ¡nos leemos en la siguiente publicación! 

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Primera parada: Sydney, Australia

Primera parada: Sydney, Australia

Aprovechando que este es el primer post oficial acerca de mis viajes, vamos a ir un poquito hacia el pasado y les voy a contar sobre mi primer viaje: Sídney, Australia. Mi primer destino en esta aventura de viajar sola.

Desde el vamos, fue un caos de emociones. Para ser honesta, dejar Argentina fue la parte más fácil. Si bien sabía que iba a extrañar a mi familia y a mis amigos, estaba tan emocionada por empezar esta nueva etapa en mi vida que me ganaba la emoción. No hubo lágrimas ni tristeza al despedirme en Ezeiza (al menos de mi parte), y con mucha alegría me subí al que sería el vuelo más largo que tomé hasta ahora, con rumbo a Australia.

Ahora, vamos por partes. Voy a admitir que mi principal preocupación hasta el momento era que el viaje duraba 45 horas y no tenía cómo bañarme en el medio. Inicialmente, había reservado un vip para ducharme en el aeropuerto de Dallas, durante una escala. Pero después la aerolínea me cambió los vuelos y ya no frenábamos ahí, por lo que perdí la reserva y me resigné (sin mucha alegría) a no poder ducharme por lo que durara el viaje. Créanme, llegar a un hostel a conocer gente nueva sin haberme bañado ni cambiado por dos días enteros no estaba en mis ideales, pero no veía mucha más alternativa. Sin embargo, y por suerte, me cancelaron el último vuelo y la aerolínea me mandó a un hotel cerca del aeropuerto de Los Ángeles para pasar la noche y volar al día siguiente. Por lo que, pese a que el viaje pasó a ser de 56 horas en total, me pude duchar y dormir en una cama decente, y a eso yo lo llamo ganar.

Una vez que llegué a Sídney, ahí sí empezaron los nervios fuertes. No solo porque me tenía que mover en una ciudad que no conocía, ya de noche, con prácticamente todo cerrado, sino que además tenía que luchar con una valija de 32 kg, un carry-on de 10 kg y mi mochila, que vaya uno a saber cuánto pesaba (sí, eso de viajar ligero no es lo mío). Ni hablemos del estrés que me generaba saber que tenía que llegar sin conocer a nadie y socializar. ¡Socializar! Los cólicos que tuve todo ese viaje hasta el hostel fueron insuperables. Pero por suerte, y para mi sorpresa, cuando llegué había otro grupo de argentinos que habían pasado por lo mismo solo unas horas antes y enseguida nació una amistad, o el principio de una, y la organización de los planes para recorrer la ciudad al día siguiente.

Con el tiempo, y viendo todo el viaje en retrospectiva, la verdad es que tuve mucha suerte de llegar en la época en la que llegué a la ciudad. Coincidí con una medida del gobierno para incentivar el turismo, por lo que los primeros diez días todos los bondis y trenes que tomamos con mis amigos para movernos (siempre dentro de los límites de la ciudad) fueron gratis. Y eso, para unos argentinos recién llegados y muy cortos de presupuesto, fue una salvación, porque nos permitió recorrer lugares que, si hubiéramos tenido que pagar para ir, no hubiésemos podido.

Si nunca fueron a Sídney y solo vieron las típicas fotos del Opera House y el Harbour Bridge, créanme que es una ciudad INCREÍBLE, con muchísimas más cosas que ver que esas dos. En el poco tiempo que estuve, pude recorrer el jardín botánico, que es un lugar enorme y muy lindo. Fui a distintos suburbios de los alrededores, como Manly, que tiene unas playas hermosas para pasar el día. Pude ir también a la región montañosa “Blue Mountains”, que está a dos horas en tren de la ciudad y tiene distintos caminos y bosques donde se pueden hacer varios trekkings. Dicho esto, voy a dejar de nombrar las distintas cosas que hice y se pueden hacer en Sídney, porque ya me siento una publicación de TripAdvisor. Mejor lo dejamos para otra entrada.

Otra cosa que tuvimos a nuestro favor todos los que llegamos en ese momento, fue que Australia recién volvía a abrir las fronteras después de la pandemia. Por lo que conseguir trabajo no nos llevó tanto tiempo como decían que antes llevaba, o ahora al parecer. De hecho, casi todo mi grupo de amigos se fue directo a trabajar en distintas Solar Farms. En mi caso, tuve la oportunidad de ir a otra ciudad, en la parte oeste de Australia, a hacer trabajo de hospitalidad. Ya les contaré en otro momento acerca de esa experiencia.

Volviendo a Sídney, creo que, al menos en ese momento, era un buen lugar para iniciar y conseguir oportunidades. Estando ahí, no solo pude conocer gente y nuevos lugares, sino que pude tener mis primeras experiencias laborales en inglés. Con una amiga nos habíamos anotado en una agencia de trabajos casuales, y gracias a eso terminé trabajando en un partido de rugby y otro de “footie” (si nunca lo oyeron nombrar, es porque es uno de los tantos inventos australianos).

Yo solo vendía comida, pero fue muy divertido ver cómo la gente se comportaba y reaccionaba ante los resultados de los partidos (nada igual a lo que se ve en Argentina, créanme). También trabajé en la reinauguración de un hotel, y tuve que sostener durante tanto tiempo unas bandejas con copas de champán, para recibir a la gente. Les juro que sentía que se me iba a doblar la muñeca para el otro lado y se me iba a caer todo. Cuando lo vemos en las películas, no somos conscientes de lo MUCHO que pesan esas bandejas con copas, como para llevarlas tanto tiempo. Al final, casi rogaba que la gente me agarrara las bebidas que ofrecía.

Pero bueno, para ir cerrando la historia y en resumen, las tres semanas que estuve en la ciudad, para mí, fueron las mejores primeras semanas que podría haber tenido. Con amigos nuevos, disfrutando de unas vacaciones, practicando otro idioma y aprendiendo a moverme sola en otro país. Fueron el inicio perfecto de esta aventura de viajar sola por el mundo.

Con respecto a mis amigos, me gustaría hacer una mención, y es que creo que a veces no somos conscientes del impacto que podemos tener en la vida de las otras personas. Estoy segura de que los chicos no saben lo bueno que fue para mí haberlos conocido en ese momento, que me hayan abierto los brazos de la forma en que lo hicieron y que, pese a que después cada uno siguió su camino, hasta el día de hoy y para siempre van a tener un lugar asegurado en mi corazón. Porque esas semanas para mí fueron y serán inolvidables. Fue una aventura que se sintió tan increíble y genuinamente buena, que sentí que no podía estar mejor encaminada, nada podía salir mal de ahora en más, estaba tomando las decisiones correctas. Creo que fue la primera vez en mi vida que me sentí así (spoiler alert: fue la primera, pero no la última).

En fin, me dejo de poner sentimental por el momento. Espero que les haya gustado leer sobre mi primera experiencia viajando. Si quieren saber más sobre algo que haya mencionado o tienen alguna duda o consulta sobre la ciudad, no duden en dejarme un comentario.

¡Nos leemos en la siguiente entrada!

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