Mi primer roadtrip: Western Australia

Mi primer roadtrip: Western Australia

No se si saben, pero Australia es EL lugar para hacer roadtrips. Las distancias entre las ciudades son enormes, y la gente está muy acostumbrada a tener un motorhome o una caravan y salir a la ruta cada vez que les sea posible. Y siendo sincera, es una experiencia increíble. Las rutas están muy bien cuidadas, todo señalizado, y hay paradas a cada rato con bancos, sombra y hasta baños químicos en algunas, para que te puedas sentar y descansar a mitad del viaje.

Aunque no lo parezca, yo siempre había soñado con hacer un roadtrip así: tener un motorhome, decorarlo, salir a la ruta y parar a dormir en lugares soñados. Manejar por horas hasta llegar a algún paisaje increíble y disfrutarlo al máximo. Incluso una vez intenté convencer a mi papá de que comprara uno para irnos de vacaciones a la Patagonia Argentina. Claramente no funcionó; papá perdió su espíritu aventurero con los años (y un motorhome no es nada barato). Por eso, cuando surgió la oportunidad de poder hacer algo similar en Australia, no lo pensé dos veces… o bueno, en realidad si. Fue el desafío más grande al que me tuve que enfrentar en ese año. Así que, para que me entiendan bien, mejor empiezo por el principio:

Era Agosto del 2022, yo estaba viviendo en Exmouth y mi mente ya estaba pidiendo un cambio. Tenía ganas de irme de viaje, seguir conociendo lugares y ver cosas nuevas. Así que me fui a Perth a comprarme un auto, y cuando volví, decidí que iba a construir una cama para poder acampar ahí adentro cuando quisiera. Era la primera vez en mi vida que iba a encarar un proyecto así sola, pero algo de experiencia ya tenía al haber armado muebles y ayudado con interiores de placard junto a mi mamá desde chica. Digamos que el tema de construir cosas viene de familia, y siempre se me dio bastante bien. Por suerte, no tuve que enfrentar esto 100% sola; un compañero de trabajo decidió ayudarme, y con mi diseño, su ayuda y las herramientas del dueño de la casa donde él vivía, logramos armar la famosa cama de la cual estoy muy orgullosa (por eso les voy a dejar varias fotos acá abajo). 

La cama no solo me permitía acampar en el auto, sino que después se podía plegar para guardarla en el baúl, dejando espacio para la valija y mis cosas. Créanme cuando les digo que el diseño estaba genial, y pasé los últimos años hablando de esto cada vez que tuve la oportunidad. Todavía no supero mi orgullo.

Este fue el primer paso hacia la aventura que les quiero contar hoy. Con la cama lista y el auto acondicionado para el roadtrip, ahora me faltaba encontrar con quién viajar. Mis amigos de Exmouth no tenían intenciones de hacer el mismo recorrido, así que tuve que buscar nuevos aliados. Así fue como surgió la segunda parte de esta aventura: irme de viaje con siete desconocidos. Bueno, técnicamente seis, ya que a uno lo había conocido en Perth cuando fui a comprar el auto. ¿Suena esto como un potencial desastre? Sí, pero les aseguro que fue uno de los viajes más inolvidables de mi vida.

El grupo con el que me fui había arrancado el roadtrip varios días antes, así que para el momento en el que me reuní con ellos en Exmouth, ya llevaban varios destinos recorridos y mucha convivencia entre ellos. Me costó un poco sumarme, pero yo estaba en modo “barbie aventurera” y, además, todos eran muy copados y me integraron enseguida. Eran de diferentes nacionalidades, y solo uno también era argentino, por lo que fue muy nuevo para mí cultivar esas relaciones durante las dos semanas que siguieron, ya que generalmente me relacionaba más con latinos. 

Nuestro primer destino fue el Parque Nacional Karijini, y debo admitir que estaba muy entusiasmada con la idea de acampar ahí. Era la primera vez que iba a poder dormir mirando las estrellas, y disfrutando de este nuevo desafío en el que me estaba involucrando. 

Acampamos la primera noche en Tom Price, y nos preparamos para disfrutar del parque al día siguiente. Empezamos por un lugar que se llama Fortestcue Falls, donde no solo hay unas cascadas (como su nombre lo indica), sino también hay varios piletones en donde te podías meter a nadar o caminar alrededor por todas las gargantas de piedra roja que los rodeaba. 

Esa noche hicimos free camping en el medio del Parque Nacional. Fue muy loco porque era la primera vez que acampaba en un espacio libre, sin tener baño químico ni ningún tipo de comodidad como las que te brindan en los campings. Para los que no saben, un free camping es un espacio en donde está legalmente permitido acampar. Uno puede pasar ahí la noche con la seguridad de que no lo va a parar la policía ni lo van a multar, pero sin ningún tipo de elemento adicional: un pedazo de tierra, el cielo y vos. Creanme que no era mi primera opción, pero necesitábamos estar más cerca de nuestra siguiente aventura para descansar bien. En instantes van a entender porque…

La siguiente parada, y la más inolvidable para mí, fue Mount Bruce. A veces, en medio de todo, llega un momento en el que me pregunto «¿Por qué corno estoy haciendo esto?». Definitivamente ese fue mi pensamiento mientras escalábamos el Monte Bruce, a las cuatro de la mañana, para llegar a ver el amanecer en la segunda montaña más alta de Western Australia. Hasta el día de hoy me acuerdo como sufrí esa caminata, y lo interminable que me pareció. Las piernas me temblaban, los pulmones no me daban más y casi sentía que me moría, pero una vez que llegamos… basta decir que no es lo único que me acuerdo hasta el día de hoy. Fue el amanecer más increíble que vi en mi vida (esta bien que tampoco vi muchos ¿no?, pero creanme que es insuperable). 

Los días siguientes los pasamos explorando Karijini y aprovechamos para recorrer lo más que pudimos. En general el parque es muy hermoso con el contraste de los colores de los lagos, las piedras rojas, los piletones por todos lados. Entre acampar por primera vez y disfrutar de la naturaleza, fue una experiencia inolvidable que nunca pensé que me iba a hacer tan feliz. 

Cuando nuestro tiempo en el parque nacional Karijini terminó, seguimos viaje hasta la ciudad de Broome. Ese trayecto fue un poco complicado porque fueron muchas horas y llegamos al camping muy cansados y con poca batería social. Pero, al día siguiente,  cuando finalmente descansados salimos a pasear, supe que también había valido la pena. 

Broome es ese lugar que aparece en instagram y te hace pensar que sobresaturaron los colores del cielo y el mar. La costa de la ciudad es un sueño, y les juro que es tal cual se ve en todas las fotos. Cable Beach, uno de los principales puntos turísticos de la ciudad, fue otra sorpresa. Fuimos a la hora del atardecer y la escena fue digna de una película: el sol cayendo sobre el mar, los camellos paseando por la arena (sí, camellos en Australia), y nosotros con la boca abierta. 

Lo único malo de Broome fueron las temperaturas. El calor y la humedad te agobiaban, y era muy difícil lograr dormir más allá de las seis o siete de la mañana porque el calor lo hacía imposible. Nosotros fuimos en septiembre, así que no me quiero imaginar lo que debe ser esa ciudad en pleno verano. Pero más allá de eso, fue todo muy hermoso. 

El resto de nuestro tiempo en la ciudad fue más social que otra cosa. Por primera vez vivencie una competencia de camisetas mojadas, algo que pensaba que solo existía en las películas yankis. Salí de fiesta, fui a la playa, me bronceé…

y hasta visité una granja de perlas donde aprendí cómo se fabrican las perlas verdaderas y cuanto cuestan (spoiler: demasiado). 

Cuando nuestras mini vacaciones en Broome terminaron, fue hora de emprender una nueva aventura y manejar hasta la ciudad de Perth, donde comenzarían nuevamente mis viajes sola, sobre los cuales les voy a contar un poco a partir de la semana que viene. 

La verdad es que este viaje en total no fue muy largo, fueron alrededor de dos semanas. Pero el hecho de viajar y convivir con completos desconocidos, enfrentarme a acampar por primera vez, y animarme a salir por completo de mi zona de confort haciendo actividades como Trekking, fue toda una experiencia. De todos modos y siendo 100% honesta (como siempre) hoy en día no lo volvería a hacer, o al menos no sin amigos. Siento que si bien fue un viaje hermoso que seguramente voy a recordar para el resto de mi vida, podría haberlo disfrutado muchísimo más si lo hubiera compartido con gente a la que quiero. Pero para saber estas cosas hay que experimentarlas, ¿no? 

¿Y ustedes? ¿Se animarían a emprender un viaje con gente que no conocen? ¿Hay algún lugar en el que sueñan con irse de campamento, ya sea en Australia o en algún otro lado? ¡Cuentenme! 

Como siempre, espero que les haya gustado leer sobre esta aventura y me encantaría ver sus comentarios y me gusta ¡Nos leemos la semana que viene en otra publicación!

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