La Varia di Palmi

La Varia di Palmi

¡Buenas y santas! Hoy empezamos a tono, ya que les traigo una publicación un poquito religiosa. Como el título lo indica, les voy a contar acerca de una de las festividades más importantes de la región de Calabria: la Varia de Palmi.

Primero, un poco de contexto: Palmi es una ciudad situada en la provincia de Reggio Calabria, que forma parte de la zona conocida como la «Costa Viola», famosa por sus acantilados y aguas cristalinas. Tiene aproximadamente 20.000 habitantes y suele recibir bastante turismo durante el verano, debido a los múltiples balnearios en su zona de playa.

Pero cuando esta ciudad realmente se llena es durante la celebración de la Varia, una festividad religiosa que comenzó hace más de 340 años. Este evento tiene sus raíces cuando Palmi brindó asistencia a la ciudad de Messina tras una epidemia que causó la muerte de más de 40.000 personas.

Como signo de agradecimiento, la ciudad de Messina donó a las autoridades eclesiásticas de Palmi un cabello de la Virgen. En su honor, construyeron capillas y altares y comenzaron a realizar procesiones en la festividad de la Asunción, siguiendo el modelo de Messina. ¿Pero por qué es tan importante esta festividad? ¿Qué tiene de especial esta procesión?

En pocas palabras, la Varia representa la asunción de María al cielo. Es un carro sagrado con una alegoría del universo, pero desde una perspectiva geocéntrica, donde la Tierra es el centro del universo, con el sol, la luna y las estrellas girando alrededor. Un aspecto impresionante y único de este carro es que, a diferencia del de Messina, donde se utilizan muñecos, en la Varia de Palmi todas las personas que participan son reales.

Los personajes principales son la «animella» y el Padre Eterno. La «animella» es una niña de unos 11 años que representa el alma de la Virgen y es elegida por votación popular. Antiguamente, se seleccionaba entre niñas pobres y huérfanas, ya que, además, se les entregaba un «premio» con el que luego podían vivir dignamente. Hoy en día, si bien la dote se mantiene, ya no es requisito que la niña sea pobre.

En general, las celebraciones de la Varia comienzan el 16 de agosto, cuando se lleva la base del carro a la zona donde comienza el recorrido y se empieza a armar. Luego, en los días previos al último domingo de agosto, día en que se celebra la Varia, hay varios eventos: la preselección y selección de la «animella» y el Padre Eterno, la prueba de coraje (donde se mueve el carro con la niña arriba para ver si lo puede tolerar) y otras festividades organizadas por las corporaciones.

Cinco grupos participan en la organización y llevan a cabo la procesión. Estos representan diferentes oficios y tienen colores que los distinguen: azul para los marineros, rojo para los artesanos, amarillo para los carreteros, naranja para los boyeros1 y verde para los campesinos. Los participantes de estos grupos son llamados «mbuttaturi».

Bajo la Varia van 200 «mbuttaturi». En los mástiles, comenzando por la derecha, van primero los marineros, luego los artesanos, los carreteros, los boyeros y finalmente los campesinos. Toda la ciudad puede ayudar a llevar la Varia con las cuerdas, pero bajo el carro y las vigas solo van los «mbuttaturi».

Un dato curioso acerca del carro de la Varia (además de que pesa toneladas y mide 16 metros de altura) es que no tiene ruedas. Se desliza por el corso Garibaldi gracias a cuatro XXX ubicados debajo, que resbalan sobre las rocas de granito del corso. De hecho, durante el transporte, se puede sentir el humo generado por el contacto entre el acero y el granito. Quienes llevan el carro, arrastrándolo por la calle, tienen que usar varios pares de medias para no quemarse los pies, ya que no pueden usar zapatos porque se podrían tropezar.

Así, a pura fuerza física y voluntad de los «mbuttaturi», la Varia recorre todo el corso Garibaldi, desde el principio hasta el final. Al llegar al final, el Padre Eterno gira la «animella» y regresan hasta detenerse en la plaza Primo Maggio, la principal de la ciudad.

La ciudad vive y respira esta festividad. Es impresionante ver cómo las distintas organizaciones y las festividades de los días previos al evento transforman el ambiente de Palmi. Desde el show de luces en la plaza principal hasta la decoración de las calles, el ambiente de agosto es de celebración constante. Al presenciar todo lo que sucede durante este mes, uno entiende por qué es tan importante para sus habitantes.

Sumado a esto, el concepto del milagro de la Virgen y la celebración religiosa es algo que, aunque uno no sea creyente o no comparta ciertos ideales, realmente es digno de presenciar y disfrutar. Tal es así que, en 2013, la Varia di Palmi fue incluida en el patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco, reconociendo su importancia cultural a nivel mundial.

No puedo describir con palabras las sensaciones que le atraviesan a uno cuando está viviendo este evento. Ver a toda la gente concentrada a lo largo de la calle principal y la plaza, sentir la presencia de una energía que conmueve a miles de personas al mismo tiempo, ver la emoción y las lágrimas en la cara de cada uno de los que participan, incluso si solo lo hacen como espectadores. La euforia y el placer de saber que estás presenciando algo magnífico, único, que no vas a encontrar en otro lugar, al menos no representado de la misma forma.

Puedo decir, entonces, que la Varia de Palmi no es solo una tradición religiosa, sino un evento que involucra a toda la comunidad, transmitiendo valores de fe y esfuerzo colectivo. Vivir esta experiencia no solo le permite a uno apreciar la historia y las creencias de la región, sino también comprender la profunda conexión entre el pasado y el presente de este pueblo.

Escribir esta entrada fue muy especial para mí. No solo porque me permite contar en detalle un evento que pude vivir y disfrutar el año pasado, sino también porque tuve el placer de hablar con Francesco (Ciccio) Gagliostro, un amigo de la ciudad que participa en la organización de la Varia con el grupo de los marineros. Francesco me brindó información valiosa, explicándome en detalle cómo funciona esta tradición tan importante para ellos y sumando datos que yo desconocía.

Además, tengo el orgullo de compartir con ustedes las fotos que tomó ese mismo día un gran amigo mío y excelente fotógrafo: Tomás Palacios. Él se lleva todo el crédito por las imágenes que pudieron ver en esta publicación y en la de Instagram. (No me digan que no están increíbles). Pueden ir a chusmear su Ig haciendo click acá.

Se podría decir que esta es mi primera entrada colaborativa, y creo que hasta ahora va muy bien, ¿no? ¿A ustedes qué les parece?

No se olviden de dejar en los comentarios qué opinan de esta entrada y del evento en sí. ¿Les gustaría vivir la experiencia de una Varia de Palmi? ¿Creen que en Argentina tenemos algo similar y no es tan conocido? ¡Cuéntenme!

Mientras tanto… ¡Nos leemos en la siguiente publicación!

  1. «Boyeros» es el término utilizado para referirse a las personas que se dedican a guiar y manejar bueyes, animales utilizados tradicionalmente para el transporte de carga o para labores agrícolas, como arar la tierra. ↩︎

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(No tan) Querido Palmi 

(No tan) Querido Palmi 

Ok, ya sabemos que mi primera venida a Italia fue un poco fallida. El proyecto inicial nunca salió y tuve que volver a Argentina más quebrada que nunca y con una angustia que me agobiaba. Pero si bien no todo fue soñado, la ciudad de Palmi tuvo algunas cosas buenas, y otras que me ayudaron a crecer todavía un poco más. 

Uno de los desafíos más grandes con los que me encontré en este viaje fue el tema del idioma. Cuando me fui a Australia, si bien nunca antes había estado necesitada de hablar en inglés todo el tiempo, me sentía bastante cómoda con mi vocabulario y mi pronunciación como para no tener que preocuparme mucho por comunicarme. ¿Pero en Italia? Cuando llegué no sabía decir nada más que Ciao (hola/chau), grazie (gracias) y “il ragazzo mangia la mela” (el niño come la manzana). Duolingo fue de ayuda para esta última frase, pero digamos que a la hora de comunicarme realmente con alguien, estaba complicada. 

Por alguna de esas desgracias con suerte que suceden en la vida, mi novio consiguió un trabajo como camarero en un bar y le preguntó al dueño si no tenía algo para mí, teniendo en cuenta que no sabía hablar nada de nada. Su solución fue ponerme a entregar cornettos. Por si no lo saben, un cornetto es lo que nosotros en argentina conocemos como “croissant” (aunque la receta es un poco diferente), y en Palmi, del 15 de julio al 15 de septiembre se vendían a la noche como postre o colación post joda. Mi trabajo consistía básicamente en preguntarle a la gente que gusto quería, pedirles el ticket de la compra y entregarle la cantidad que hubieran comprado. Sencillo, rápido y sin mucha comunicación. 

El problema surgió cuando al mes de haber estado en este trabajo y solo haber aprendido a decir algunos verbos y como se decían las palabras: abajo, bolsa, bandeja y servilleta, el dueño decidió cambiarme y ponerme como camarera en el otro bar donde estaban mi novio, su primo y otra amiga. Si no tuve un ataque de pánico en mi primer día en ese trabajo pega en el palo. ¿Cómo se suponía que tomara una comanda si no sabía ni hablar? Fueron los peores dos meses de mi vida si tengo que ser sincera. Trabajamos entre 10 y 12 horas por día desde el inicio de la temporada, llegando a unas 16, uno de los días más fuertes de agosto, y sin días de descanso. Volviamos a casa a las cinco o seis de la mañana, después de haber estado corriendo toda la tarde y noche y atendiendo casi 50 mesas por noche cada uno. Si, cada uno, éramos solo cuatro camareros. Y a todo el desgaste físico que eso implicaba, había que sumarle el desgaste mental que suponía estar hablando y tratando de entender un idioma que no conocía y con el cual, vamos a ser honestos, estaba sumamente negada.

Pero, cada trabajo tiene su recompensa ¿no? En este caso olvídense de la recompensa monetaria porque esa casi no existió. Pero gracias a ese laburo conocí al grupo de amigos que formamos en Palmi, me pude ir de vacaciones a Cerdeña con Lu cuando terminó la temporada, aprendí a hablar un poco (y a lo Tarzan) en Italiano, y comí cornettos con nutella gratis todas las noches por lo que duró Agosto. Algo es algo. 

Si bien fueron dos meses muy desgastantes y duros, estar en la plaza principal de la ciudad todas las noches me permitió poder ver todos los eventos que fueron sucediendo en la ciudad durante el verano, y créanme que no fueron pocos. Hubo shows de luces, musicales, desfiles, y La Varia de Palmi (un evento del que les voy a hablar próximamente) y que aunque es algo muy extraño de ver, fue inolvidable. 

Una vez que terminó el verano, y pasaron nuestras merecidas vacaciones, hubo que volver a la búsqueda laboral y acá fue donde conseguimos el trabajo más random y que no hubiéramos pensado que íbamos a hacer estando en Italia: cosechadores de olivas. 

Contrario a los videos que vimos de la cosecha en Argentina o lo que uno puede esperar después de haber estado viviendo en Australia, acá la cosecha era muy a la vieja usanza. Se colocaban redes larguísimas, de 100 o 200 metros en el suelo, y (como la máquina nunca funcionó) esperábamos a que el viento tirara las olivas ya maduras al piso. Después íbamos juntando las redes, haciendo montoncitos que se pasaban a unos cajones y cargándolos en un tractor, para que el encargado del campo los lleve al “frontolio”, la fábrica de aceite. 

Nunca llegamos a probar el aceite proveniente del campo donde trabajabamos, pero los dueños de la casa donde vivíamos tenían otro campo y nos vivían regalando botellas de su producción. No tiene sentido lo gustoso que era, el mejor aceite de oliva que probé en mi vida. Ahora, ¿las aceitunas para comer? Es una tarea bastante difícil encontrar aceitunas que no sean amargas o duras. Después de haber probado muchísimas, puedo asegurar que sigo prefiriendo las aceitunas de nuestro país. 

Para el final de mi aventura en Palmi, y después de haber trabajado en distintos rubros, no solo estaba cansada físicamente, sino que no tenía la fuerza mental para quedarme en Italia y seguir luchando por la ciudadanía. Por lo que decidí volver a mi casa, descansar un poco, recargarme de energía y esperar los 90 días necesarios para poder volver a entrar como turista a Italia. 

El irme no fue difícil, ya estaba cansada de muchas cosas que no me gustaban de la ciudad y frustrada después de varias malas experiencias. Lo único que me costó fue irme sabiendo que probablemente no iba a poder volver a ver a todos mis amigos. Eso es lo que más me cuesta al irme de un lugar, saber que todos los amigos que me hice ahí van a seguir su camino también, y aunque la voluntad de reencontrarse siempre esté, cada vez se vuelve más complicado. 

Hoy, con varios meses transcurridos en el medio, puedo acordarme de estas cosas, estos trabajos y reirme un poco. Pero no fueron meses sencillos, hubo muchas emociones en juego y muchos problemas como para llegar al final de ese viaje tan cansada y enojada con Italia que no quería saber nada con volver (miren como salió eso). Pero de todo se aprende, creo que incluso las malas experiencias, o las no tan buenas sirven para algo, te dejan una enseñanza y algo de recompensa. En este caso, no querría que las cosas se hubieran dado de otra forma, porque sino hoy no estaría con Lu, ni tendría los proyectos que tengo. Quien sabe a dónde me habría llevado el destino. 

¿Y ustedes? ¿Tienen alguna experiencia no tan buena viajando que igual no cambiarían? ¿Se animarían a trabajar de cualquier cosa con tal de experimentar cosas nuevas? 

Espero que les haya gustado saber un poquito más de este viaje. ¡Nos leemos en la siguiente publicación!

PD: acá abajo les dejo una guía con palabras y frases (básicas) en italiano que, por lo menos a mí, me hubiera servido mucho saber antes de llegar. ¡Espero que los ayude! Haciendo click en el link la pueden descargar 😉

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