La sangre de San Gennaro

La sangre de San Gennaro

¡Hola! En la publicación anterior les conté sobre Nápoles, una ciudad muy particular: tan caótica como pintoresca, que despierta el interés de muchos turistas, especialmente argentinos (si todavía no lo leyeron, les dejo acá el LINK para que lo hagan). Pero hoy quiero compartir con ustedes un relato muy interesante de la ciudad, donde se mezcla su cultura religiosa con la superstición: el milagro de San Gennaro.

Pero primero, arranquemos por la historia:

Había una vez, en el siglo IV d.C., un obispo de Benevento (una ciudad cerca de Nápoles, en el sur de Italia) llamado Gennaro. En ese momento, ser obispo te ponía en la mira, ya que el cristianismo estaba prohibido. En el año 305, el emperador Diocleciano ordenó una persecución a los cristianos por considerarlos una amenaza al orden público, y ahí es cuando arrestan a Gennaro y lo condenan a muerte por ser líder de esa comunidad “subversiva”.

Hasta acá, nada nuevo ni demasiado llamativo: religiones perseguidas, asesinatos por diferencias de opinión, etc. Lo interesante empieza cuando lo condenan a una muerte bastante creativa: deciden meterlo en un horno encendido. Sin embargo, para sorpresa de muchos y alivio de sus seguidores, sale ileso porque las llamas no lo tocan. Sus captores, sorprendidos pero insistentes, no se dan por vencidos y lo arrojan a un anfiteatro, a merced de fieras hambrientas (se cree que fueron leones u osos), pero de nuevo ocurre un milagro: los animales se arrodillan ante él en lugar de atacarlo.

Ya cansados de fallar, finalmente deciden decapitarlo y terminar con todo. El 19 de septiembre del año 305 d.C., Gennaro es ejecutado, y esta vez no logra sobrevivir (por razones obvias). Después de su muerte, según cuenta la historia, una mujer piadosa recogió un poco de su sangre en dos pequeñas ampollas y las escondió. No se sabe muy bien cómo, pero después de pasar de mano en mano durante siglos, esas ampollas terminaron en poder de la Iglesia y hoy están resguardadas en la Catedral de Nápoles, donde cada año sucede “el milagro”.

¿Y cuál es este milagro? Se estarán preguntando en este momento. Cada año, en tres fechas específicas —el sábado anterior al primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre—, las ampollas son exhibidas ante el público, y gracias a la fe y las oraciones de los fieles… la sangre se licúa. ¿Qué significa eso? Que la sangre, que está seca el resto del año, se vuelve líquida y cubre por completo el interior de las ampollas. Lo curioso es que puede tardar horas o días en suceder, pero si no pasa, se considera una señal de mal augurio.

Ahora, esto es creer o reventar, pero en los años en que la sangre no se licuó, ocurrieron distintos eventos, que llevan a los fieles a seguir creyendo en estas premoniciones. Por ejemplo, en el año 1939 la sangre no se licuó, y comenzó la Segunda Guerra Mundial. En 1943, tampoco sucedió y fue la ocupación nazi en Napoles. En 1980, se repitió la desgracia y ocurrió el terremoto de Irpinia, que causó miles de muertes en el sur de Italia. 

Por supuesto, también hay años en los que el milagro no se da y no pasó nada grave, como en 2016 o en 2020 (la pandemia ya había empezado), y es esto lo que la Iglesia usa como argumento para tranquilizar a la gente cuando no sucede.

Entonces… ¿es real o no es real? Lo dejo a su criterio, como diría nuestra querida Karina Jelinek. Como casi todo en esta vida (exceptuando las ciencias), es cuestión de fe y tradición. Pero para llevarles un poco de tranquilidad, les cuento que el 3 de mayo fue el primer milagro del año… ¡y la sangre se licuó una vez más! Yo, les confieso, me quedé un poco más tranquila. Si hay algo que no necesitamos ahora, son más catástrofes.

¿Y ustedes? ¿Creen en el milagro de San Gennaro? ¿Les pareció interesante la historia? Dejenmelo en los comentarios y, como siempre…

¡Nos leemos en la próxima publicación! ¡Los quiero!

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Caponata Siciliana: fusión de culturas y sabores

Caponata Siciliana: fusión de culturas y sabores

¡Buenas! Hoy les vengo con una entrada un poco distinta. Como ya saben (porque espero que hayan estado chusmeando el blog), no solo estuve viviendo en un pueblo al noreste de Sicilia, sino que estuve trabajando como cocinera en un restaurante. Hasta ahora fue uno de los trabajos que más me gustó de los que hice viajando, no solo porque tuve la oportunidad de conocer en profundidad a los italianos con los que trabajé, sino porque pude aprender recetas originales de la mano de ellos y pasar horas cocinando platos deliciosos, que luego nos elogiaban.

Por eso, esta vez les voy a compartir un poco de lo que aprendí en esos meses.

Pero primero, un poco de contexto: para los que no saben, Sicilia pasó por distintas colonizaciones a lo largo de su historia, por lo que tiene una mezcla de culturas, con influencias griegas, normandas, árabes y españolas. Eso se ve mucho en la arquitectura de la isla, pero también en sus tradiciones y en sus comidas. Por ejemplo, los árabes introdujeron las berenjenas (que ahora ellos meten hasta en la sopa), así como métodos de cocción y combinaciones de sabores agridulces. Los españoles trajeron cultivos de tomates y morrones. Incluso los griegos llevaron métodos de conservación de alimentos y la utilización de hierbas y vinagres. Si llegan a viajar a Sicilia, o ven algún video de cocina local, se van a dar cuenta de que todo esto sigue muy presente.

La receta que les voy a contar ahora es un plato tradicional siciliano que, dicen, empezó como un plato de la cocina pobre, utilizando ingredientes de temporada (bueno, bonito y barato) y combinando todas estas influencias que les mencioné. Aunque en sus orígenes era simplemente una mezcla ideal para conservar y almacenar por más tiempo, hoy en día es un excelente plato que no solo se puede usar como acompañamiento para una comida, sino también como antipasto (nuestra querida picada pero con nombre italiano). ¡Con ustedes: La Caponata!

Lo que me parece más loco de este plato es que hay más de 35 recetas distintas, ya que va variando según la zona y ciudad. Lo único que tienen todas en común es el uso de berenjena, vinagre y azúcar . Por ejemplo, en la zona de Catania se hace con morrones también, en la zona de Agrigento se le agrega aceitunas negras, pero no verdes, y en la zona de Messina se hace con concentrado de tomate en vez de tomates frescos como en Palermo. Estuve investigando un poco antes de escribir esto (tengan en cuenta que estoy tratando de ser profesional al respecto) y pareciera que la receta que me enseño Rita y que les voy a mostrar es una buena mezcla entre la Catanesa y la Palermitana.

En este caso vamos a verla con cantidades como para 20 personas (no se olviden que Rita es dueña de un restaurante), pero debajo les voy a dejar mi adaptación para hacerla en casa 😉

Ingredientes:

  • 5 berenjenas grandes
  • 4 morrones rojos
  • 4 morrones amarillos
  • 5 cebollas grandes
  • 20 aceitunas verdes descarozadas
  • 15 alcaparras
  • 2 cucharones de salsa de tomate
  • Sal
  • Vinagre de vino tinto
  • 2 cucharadas de azúcar

Lo primero que vamos a hacer es picar todo. La berenjena y los morrones van en cuadrados grandes, y la cebolla en juliana. Si tenemos que descarozar las aceitunas, lo hacemos también, así al momento de ponernos con la sartén no hay que estar distrayéndose.

Ahora, lo más importante de la Caponata y el paso que todas las recetas siguen es “se fríe todo por separado”. Si, va todo frito, dije que era un plato tradicional, no uno sano. Entonces, primero vamos a poner aceite de girasol en una sartén y vamos a freír la cebolla junto con las aceitunas y las alcaparras. ¿Por qué esto se fríe junto, si dije que todo se fríe por separado? No hay por qué.

Una vez que tengamos la cebolla doradita, la vamos a sacar con una espumadera o un colador (la idea es que el aceite siga quedando en la sartén para reutilizarlo) y la vamos a llevar a otra sartén más grande en donde vamos a ir metiendo todo lo que cocinemos. Repetimos el proceso con la berenjena, y una vez que está, la ponemos junto con la cebolla. Lo último que vamos a freír es el morrón, porque pierde líquido, entonces el aceite va a quedar mezclado con agua un poco roja y no queremos freír nada más en eso.

Cuando ya tengamos todo listo y junto en una sartén, vamos a agregar las cucharadas de salsa de tomate y la sal. En este caso es un puñado grande de sal, pero al hacerlo para menos personas le podemos poner lo que nos parezca apropiado. Cada uno sabrá que tan salado le gusta comer. Vamos a ponerlo a fuego muy, muy bajo y lo dejamos unos diez, quince minutos para que se siga cocinando así se empiezan a asentar los sabores. Lo importante es no revolverlo mucho, solo lo justo y necesario para que no se pegue, ya que si no, se empieza a desarmar la berenjena haciendo una especie de puré y deja de ser Caponata.

Cuando pase este tiempo, le vamos a agregar el vinagre, al que previamente le metimos el azúcar, y lo vamos a volver a dejar otros quince minutos a fuego lento, hasta que sintamos que se evaporó un poco el olor y que no nos noquee cada vez que acercamos la cara a la sartén.

Ahora si, la Caponata está terminada. Solo queda esperar a que se entibie y ¡a degustar!

¿Qué pasa si la queremos hacer en casa? Obviamente no vamos a prepararla como para 20 personas, a menos que queramos stockear todo el freezer, claro. Así que en este caso, vamos a hacerla con solo 2 berenjenas, 1 ½ morron rojo, 1 ½ morron amarillo, 1 cebolla grande, 5 aceitunas, 2 o 3 alcaparras, una cucharada de salsa de tomate, una cucharadita de azucar y solo un chorrito de vinagre.

¿Se puede hacer una versión sana de la Caponata? Sí y no. Sí, porque podemos no freír las verduras y solo saltearlas, o hacerlas en la airfryer. Pero no, porque en ese caso lamento decirles que dejaría de ser Caponata y pasaría a ser otra receta. Pero como poder, se puede.

Antes de terminar, les cuento algo gracioso que me pasó mientras preparaba esta entrada. Al leer en internet sobre la receta, noté que todas (sí, todas) las versiones llevaban azúcar, lo cual me sorprendió. Si yo en el restaurante no la hacía con nada más que con sal ¿cómo podía ser? Obvio que al ver esto, empecé a dudar y me preocupé. ¿Había estado dos meses cocinando y vendiendo mal un plato típico? Al día siguiente, le pregunté a Rita. ¡Por suerte, todo fue risas cuando descubrimos que había estado preparando la famosa receta «agridulce» sin nada, absolutamente nada, de la parte dulce! Resulta que al final, no estaba tan canchera con las recetas de la cocina después de todo. Pero, en fin, cosas que pasan.

Espero que hayan disfrutado de esta mini lección de historia y gastronomía, ¿Qué les pareció la receta? ¿Se animarían a hacerla y probarla? No se olviden de dejarme en comentarios que les pareció y si les gusta este tipo de entrada!

Con esto me despido por ahora, ¡nos leemos en la próxima publicación!

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La Varia di Palmi

La Varia di Palmi

¡Buenas y santas! Hoy empezamos a tono, ya que les traigo una publicación un poquito religiosa. Como el título lo indica, les voy a contar acerca de una de las festividades más importantes de la región de Calabria: la Varia de Palmi.

Primero, un poco de contexto: Palmi es una ciudad situada en la provincia de Reggio Calabria, que forma parte de la zona conocida como la «Costa Viola», famosa por sus acantilados y aguas cristalinas. Tiene aproximadamente 20.000 habitantes y suele recibir bastante turismo durante el verano, debido a los múltiples balnearios en su zona de playa.

Pero cuando esta ciudad realmente se llena es durante la celebración de la Varia, una festividad religiosa que comenzó hace más de 340 años. Este evento tiene sus raíces cuando Palmi brindó asistencia a la ciudad de Messina tras una epidemia que causó la muerte de más de 40.000 personas.

Como signo de agradecimiento, la ciudad de Messina donó a las autoridades eclesiásticas de Palmi un cabello de la Virgen. En su honor, construyeron capillas y altares y comenzaron a realizar procesiones en la festividad de la Asunción, siguiendo el modelo de Messina. ¿Pero por qué es tan importante esta festividad? ¿Qué tiene de especial esta procesión?

En pocas palabras, la Varia representa la asunción de María al cielo. Es un carro sagrado con una alegoría del universo, pero desde una perspectiva geocéntrica, donde la Tierra es el centro del universo, con el sol, la luna y las estrellas girando alrededor. Un aspecto impresionante y único de este carro es que, a diferencia del de Messina, donde se utilizan muñecos, en la Varia de Palmi todas las personas que participan son reales.

Los personajes principales son la «animella» y el Padre Eterno. La «animella» es una niña de unos 11 años que representa el alma de la Virgen y es elegida por votación popular. Antiguamente, se seleccionaba entre niñas pobres y huérfanas, ya que, además, se les entregaba un «premio» con el que luego podían vivir dignamente. Hoy en día, si bien la dote se mantiene, ya no es requisito que la niña sea pobre.

En general, las celebraciones de la Varia comienzan el 16 de agosto, cuando se lleva la base del carro a la zona donde comienza el recorrido y se empieza a armar. Luego, en los días previos al último domingo de agosto, día en que se celebra la Varia, hay varios eventos: la preselección y selección de la «animella» y el Padre Eterno, la prueba de coraje (donde se mueve el carro con la niña arriba para ver si lo puede tolerar) y otras festividades organizadas por las corporaciones.

Cinco grupos participan en la organización y llevan a cabo la procesión. Estos representan diferentes oficios y tienen colores que los distinguen: azul para los marineros, rojo para los artesanos, amarillo para los carreteros, naranja para los boyeros1 y verde para los campesinos. Los participantes de estos grupos son llamados «mbuttaturi».

Bajo la Varia van 200 «mbuttaturi». En los mástiles, comenzando por la derecha, van primero los marineros, luego los artesanos, los carreteros, los boyeros y finalmente los campesinos. Toda la ciudad puede ayudar a llevar la Varia con las cuerdas, pero bajo el carro y las vigas solo van los «mbuttaturi».

Un dato curioso acerca del carro de la Varia (además de que pesa toneladas y mide 16 metros de altura) es que no tiene ruedas. Se desliza por el corso Garibaldi gracias a cuatro XXX ubicados debajo, que resbalan sobre las rocas de granito del corso. De hecho, durante el transporte, se puede sentir el humo generado por el contacto entre el acero y el granito. Quienes llevan el carro, arrastrándolo por la calle, tienen que usar varios pares de medias para no quemarse los pies, ya que no pueden usar zapatos porque se podrían tropezar.

Así, a pura fuerza física y voluntad de los «mbuttaturi», la Varia recorre todo el corso Garibaldi, desde el principio hasta el final. Al llegar al final, el Padre Eterno gira la «animella» y regresan hasta detenerse en la plaza Primo Maggio, la principal de la ciudad.

La ciudad vive y respira esta festividad. Es impresionante ver cómo las distintas organizaciones y las festividades de los días previos al evento transforman el ambiente de Palmi. Desde el show de luces en la plaza principal hasta la decoración de las calles, el ambiente de agosto es de celebración constante. Al presenciar todo lo que sucede durante este mes, uno entiende por qué es tan importante para sus habitantes.

Sumado a esto, el concepto del milagro de la Virgen y la celebración religiosa es algo que, aunque uno no sea creyente o no comparta ciertos ideales, realmente es digno de presenciar y disfrutar. Tal es así que, en 2013, la Varia di Palmi fue incluida en el patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco, reconociendo su importancia cultural a nivel mundial.

No puedo describir con palabras las sensaciones que le atraviesan a uno cuando está viviendo este evento. Ver a toda la gente concentrada a lo largo de la calle principal y la plaza, sentir la presencia de una energía que conmueve a miles de personas al mismo tiempo, ver la emoción y las lágrimas en la cara de cada uno de los que participan, incluso si solo lo hacen como espectadores. La euforia y el placer de saber que estás presenciando algo magnífico, único, que no vas a encontrar en otro lugar, al menos no representado de la misma forma.

Puedo decir, entonces, que la Varia de Palmi no es solo una tradición religiosa, sino un evento que involucra a toda la comunidad, transmitiendo valores de fe y esfuerzo colectivo. Vivir esta experiencia no solo le permite a uno apreciar la historia y las creencias de la región, sino también comprender la profunda conexión entre el pasado y el presente de este pueblo.

Escribir esta entrada fue muy especial para mí. No solo porque me permite contar en detalle un evento que pude vivir y disfrutar el año pasado, sino también porque tuve el placer de hablar con Francesco (Ciccio) Gagliostro, un amigo de la ciudad que participa en la organización de la Varia con el grupo de los marineros. Francesco me brindó información valiosa, explicándome en detalle cómo funciona esta tradición tan importante para ellos y sumando datos que yo desconocía.

Además, tengo el orgullo de compartir con ustedes las fotos que tomó ese mismo día un gran amigo mío y excelente fotógrafo: Tomás Palacios. Él se lleva todo el crédito por las imágenes que pudieron ver en esta publicación y en la de Instagram. (No me digan que no están increíbles). Pueden ir a chusmear su Ig haciendo click acá.

Se podría decir que esta es mi primera entrada colaborativa, y creo que hasta ahora va muy bien, ¿no? ¿A ustedes qué les parece?

No se olviden de dejar en los comentarios qué opinan de esta entrada y del evento en sí. ¿Les gustaría vivir la experiencia de una Varia de Palmi? ¿Creen que en Argentina tenemos algo similar y no es tan conocido? ¡Cuéntenme!

Mientras tanto… ¡Nos leemos en la siguiente publicación!

  1. «Boyeros» es el término utilizado para referirse a las personas que se dedican a guiar y manejar bueyes, animales utilizados tradicionalmente para el transporte de carga o para labores agrícolas, como arar la tierra. ↩︎

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