La sangre de San Gennaro

La sangre de San Gennaro

¡Hola! En la publicación anterior les conté sobre Nápoles, una ciudad muy particular: tan caótica como pintoresca, que despierta el interés de muchos turistas, especialmente argentinos (si todavía no lo leyeron, les dejo acá el LINK para que lo hagan). Pero hoy quiero compartir con ustedes un relato muy interesante de la ciudad, donde se mezcla su cultura religiosa con la superstición: el milagro de San Gennaro.

Pero primero, arranquemos por la historia:

Había una vez, en el siglo IV d.C., un obispo de Benevento (una ciudad cerca de Nápoles, en el sur de Italia) llamado Gennaro. En ese momento, ser obispo te ponía en la mira, ya que el cristianismo estaba prohibido. En el año 305, el emperador Diocleciano ordenó una persecución a los cristianos por considerarlos una amenaza al orden público, y ahí es cuando arrestan a Gennaro y lo condenan a muerte por ser líder de esa comunidad “subversiva”.

Hasta acá, nada nuevo ni demasiado llamativo: religiones perseguidas, asesinatos por diferencias de opinión, etc. Lo interesante empieza cuando lo condenan a una muerte bastante creativa: deciden meterlo en un horno encendido. Sin embargo, para sorpresa de muchos y alivio de sus seguidores, sale ileso porque las llamas no lo tocan. Sus captores, sorprendidos pero insistentes, no se dan por vencidos y lo arrojan a un anfiteatro, a merced de fieras hambrientas (se cree que fueron leones u osos), pero de nuevo ocurre un milagro: los animales se arrodillan ante él en lugar de atacarlo.

Ya cansados de fallar, finalmente deciden decapitarlo y terminar con todo. El 19 de septiembre del año 305 d.C., Gennaro es ejecutado, y esta vez no logra sobrevivir (por razones obvias). Después de su muerte, según cuenta la historia, una mujer piadosa recogió un poco de su sangre en dos pequeñas ampollas y las escondió. No se sabe muy bien cómo, pero después de pasar de mano en mano durante siglos, esas ampollas terminaron en poder de la Iglesia y hoy están resguardadas en la Catedral de Nápoles, donde cada año sucede “el milagro”.

¿Y cuál es este milagro? Se estarán preguntando en este momento. Cada año, en tres fechas específicas —el sábado anterior al primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre—, las ampollas son exhibidas ante el público, y gracias a la fe y las oraciones de los fieles… la sangre se licúa. ¿Qué significa eso? Que la sangre, que está seca el resto del año, se vuelve líquida y cubre por completo el interior de las ampollas. Lo curioso es que puede tardar horas o días en suceder, pero si no pasa, se considera una señal de mal augurio.

Ahora, esto es creer o reventar, pero en los años en que la sangre no se licuó, ocurrieron distintos eventos, que llevan a los fieles a seguir creyendo en estas premoniciones. Por ejemplo, en el año 1939 la sangre no se licuó, y comenzó la Segunda Guerra Mundial. En 1943, tampoco sucedió y fue la ocupación nazi en Napoles. En 1980, se repitió la desgracia y ocurrió el terremoto de Irpinia, que causó miles de muertes en el sur de Italia. 

Por supuesto, también hay años en los que el milagro no se da y no pasó nada grave, como en 2016 o en 2020 (la pandemia ya había empezado), y es esto lo que la Iglesia usa como argumento para tranquilizar a la gente cuando no sucede.

Entonces… ¿es real o no es real? Lo dejo a su criterio, como diría nuestra querida Karina Jelinek. Como casi todo en esta vida (exceptuando las ciencias), es cuestión de fe y tradición. Pero para llevarles un poco de tranquilidad, les cuento que el 3 de mayo fue el primer milagro del año… ¡y la sangre se licuó una vez más! Yo, les confieso, me quedé un poco más tranquila. Si hay algo que no necesitamos ahora, son más catástrofes.

¿Y ustedes? ¿Creen en el milagro de San Gennaro? ¿Les pareció interesante la historia? Dejenmelo en los comentarios y, como siempre…

¡Nos leemos en la próxima publicación! ¡Los quiero!

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Nápoles: Una experiencia religiosa

Nápoles: Una experiencia religiosa

¡Hola de nuevo! Hoy les quiero contar sobre uno de los últimos destinos que conocí y que me parece curioso para recorrer: Nápoles.

Cuando uno habla de Italia, hay ciertas ciudades que resuenan más, que son más populares que otras: Roma, Florencia, Milán, Nápoles. Para los argentinos, sobre todo, esta última suele ser un imperdible. 

Hay algunos hechos mundialmente conocidos sobre los napolitanos que voy a mencionar para sacarlos del medio: son los inventores de la pizza, son muy supersticiosos y creyentes, tienen el fútbol muy arraigado a su cultura, y veneran a Maradona más que los propios argentinos, me atrevería a decir. Prácticamente cualquier video en YouTube o post en internet habla sobre esto. ¿Pero sabemos algo más de esta ciudad?

Algo que me parece muy interesante es que es muy difícil mantener una posición neutral sobre Nápoles. O te gusta o no te gusta, no hay términos medios. Es desordenada, caótica, un poco sucia, ruidosa, y aun así, está llena de personalidad (suena como cuando le queres presentar alguien a un amigo, ¿no?). En mi caso particular, tardé varias semanas en terminar de definir si me había gustado o no visitarla, y es que no es el tipo de ciudad al que estoy habituada. Sin embargo, hoy puedo decir que me parece una ciudad fascinante e imperdible para unas vacaciones en Italia. ¿Por Maradona? Definitivamente no. Aunque sí fue lindo ver cómo lo adoraban y escuchar la historia del porqué. Me ayudó a verlo con otros ojos, al menos por un rato.

Entonces, ¿qué tiene de interesante? ¡Todo! Primero vamos con un poco de contexto y después desarrollamos, ¿sí?

Nápoles es una ciudad bastante sufrida de Italia, fundada por los griegos alrededor del siglo VIII a.C., y luego codiciada por romanos, bizantinos, normandos, suabos, aragoneses y borbones (uff, un montón). Durante siglos fue la ciudad elegida por la aristocracia, que instalaba allí sus residencias, especialmente cuando formaba parte del Reino de las Dos Sicilias y era frecuentada por la corte. Sin embargo, tras la unificación de Italia y el traslado del poder hacia el norte, muchas familias nobles abandonaron la ciudad, lo que la llevó a una etapa de decadencia. Aun así, Nápoles siguió creciendo y transformándose hasta convertirse en la ciudad que es hoy.

Si analizamos en detalle todo lo que les sucedió a lo largo de los años, se entiende que hoy en día sus habitantes sean tan creyentes. Se encuentran altares a vírgenes, santos y difuntos en muchas de sus calles, y (mi dato preferido) cuentan con 56 santos patronos oficiales. Si bien en Italia es muy común que cada pueblo o ciudad tenga un santo patrono, en este caso ¡ellos tienen 56! Y aunque los celebren a todos, hay uno que es el más conocido y venerado: San Gennaro. Voy a tener que hacer un post separado con la historia de San Gennaro, porque me parece un relato increíble, pero por ahora volvamos a lo que nos incumbe hoy…

Antes de hablar de las cosas que se pueden hacer y ver en Nápoles, voy a aclarar que yo solo tuve la posibilidad de estar dos días, por lo que no llegué a ver todo, pero si ustedes tienen más días para dedicarle, van a poder aprovecharla mucho más.


Catacumbas de San Gennaro:

Fue una experiencia muy entretenida. Las catacumbas son antiguos cementerios e iglesias, ocultos bajo la ciudad actual, y cuentan con varios pasadizos para recorrer. Los guías del tour son miembros de la organización que ayudó a restaurarlas y reabrirlas al público, por lo que a medida que te van explicando la historia, te das cuenta de que lo hacen con una pasión y una conciencia que no siempre se ve. Es una linda experiencia para hacer si estás poco tiempo en la ciudad, ya que no es muy larga, pero sí muy interesante.

Napoli Sotterranea:
Nosotros no la hicimos, pero nos dijeron que es una gran experiencia. Son túneles subterráneos usados como refugios durante la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, no es para claustrofóbicos: los túneles son angostos y hay que recorrer varios metros sin salida (este fue el motivo por el cual no los conocimos)

Basílica dell’Incoronata Madre del Buon Consiglio:
Una de las iglesias que más me gustaron hasta ahora (y vivo en Italia, así que no vi pocas). Fue construida entre 1920 y 1960, por lo que es bastante nueva, y es conocida como la «Pequeña San Pedro», ya que se inspiraron en la Basílica de San Pedro en Roma para construirla, aunque en una escala menor. Se destaca por su fachada, pero su interior también es hermoso, ya que cuenta con numerosas obras de arte rescatadas de otras iglesias napolitanas cerradas o dañadas. Realmente la considero un imperdible en la ciudad.

Catedral de Nápoles:
Es el corazón espiritual de la ciudad. Está dedicada a San Gennaro, y es en donde se celebra el famoso milagro de la licuefacción de su sangre tres veces al año (ya les voy a contar más de esto, como les prometí). Nosotros no la llegamos a visitar, pero si tienen la oportunidad, no duden en ir. 

Quartieri Spagnoli:

Es un barrio tan caótico como pintoresco. Lleno de ropa colgada en los balcones, murales (acá está el de Maradona), motos que pasan al lado tuyo y bares con mesas en la calle. Fue un barrio “peligroso” durante años, pero hoy es un lugar turístico.

Vía Toledo:
Esta es la calle comercial principal de Nápoles. Hay locales de ropa, zapaterías, perfumerías, cafeterías y heladerías. Es muy linda para pasear tanto de día como de noche.

Palacio Real de Caserta (Reggia di Caserta):
A solo 40 minutos de Nápoles se encuentra uno de los palacios más hermosos de la zona. Inspirado en el Palacio de Versalles, es considerada la residencia real más grande del mundo (en volumen), ya que no solo cuenta con 1.200 habitaciones, sino también con jardines de aproximadamente tres kilómetros, ideales para pasear durante el día. El edificio es impresionante, pero sus exteriores son una locura. Googleenlo si no me creen 😉

Pompeya:
Si bien está a 30 minutos de Nápoles en tren, Pompeya es una ciudad que quedó congelada en el tiempo tras la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Nosotros no tuvimos tiempo de ir, pero nos contaron que al pasear por sus calles se siente como viajar en el tiempo: casas, mosaicos, teatros… todo sigue como lo dejaron sus habitantes al momento de la tragedia. Definitivamente sigue en mi lista de pendientes.


Ahora que ya mencionamos las principales atracciones turísticas de la ciudad, creo que podemos pasar a nuestro último ítem (redobles de tambor, por favor): la comida.

La comida en Nápoles es casi una experiencia religiosa. No solo son los creadores de la mejor pizza de Italia, sino que también tienen otros platos típicos que vale la pena probar. Hay pizzerías muy famosas y reconocidas a las que pueden ir, como “L’Antica Pizzeria Da Michele”, “Sorbillo” y “Starita”, pero la verdad es que donde sea que paren a comer, es muy difícil que salga mal. Para mi, lo mejor es pasear tranquilo y ver en donde les llama más la atención para sentarse a comer, o comprar algo al paso y seguir recorriendo.

En cuanto a lo dulce, los napolitanos tienen dos clásicos: el babà y la sfogliatella. Si bien los pueden probar en prácticamente cualquier puesto o pasticceria, “Sfogliatella Mary” y “Scaturchio” son los lugares más conocidos para esto. 

Tengo que ser honesta (como siempre) y decir que no me gusta ninguno de los dos. El babà te lo sirven en una especie de canastita con mucho ron, y es demasiado fuerte para mí, y la sfogliatella es muy parecida al aragostino (otro dulce clásico italiano), pero con un relleno más pastoso, y cuando la probé ni pude terminarla, pero como dicen: sobre gustos…

Bueno, creo que hasta acá llegamos por hoy. En una próxima entrada les voy a contar la historia de San Gennaro, que me pareció fascinante. Pero antes de despedirme, déjenme decirles que si bien Nápoles no entró en mi top 5 de ciudades, realmente me pareció un lugar pintoresco y entretenido para visitar por unos días o un fin de semana.¡Espero que les haya gustado la publicación de hoy, y nos leemos en la siguiente!
Gracias…

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Hogar

Hogar

Según la RAE, la palabra hogar significa “casa o domicilio”, o bien “familia, grupo de personas emparentadas que viven juntas”. Discúlpenme si no concuerdo al 100% con la RAE, pero para mí la connotación de la palabra “hogar” es un poco más grande. Así que me tomé la libertad de redefinirla para esta publicación, ya que hoy quiero escribir sobre lo que para mí significa tener un hogar.

Por lo que vamos a decir que, mientras dure este escrito, la definición correcta es: Lugar donde una persona crea pertenencia y lazos emocionales, sintiéndolo un espacio propio y significativo. ¿De acuerdo? Ok, comencemos.

Me cuesta mucho arrancar diciendo “el año pasado…”, pero lo que quiero contar fue sucediendo en los últimos cuatro meses y, bueno, técnicamente es el año pasado.

Si fueron leyendo el blog, sabrán (y si no, les hago un breve resumen ahora, no se sientan obligados) que en el 2024 estuve viviendo en un pueblo de Sicilia mientras tramitaba mi ciudadanía, y tenía planes de continuar mi viaje por Suiza. Sin embargo, por una de esas casualidades de la vida, mi pareja consiguió trabajo como ingeniero acá en Italia, y así fue como terminamos mudándonos a la ciudad de Torvaianica en septiembre del año pasado.

Para ponerlos un poco en contexto, Torvaianica es la zona del mar del comune di Pomezia, ciudad que se encuentra a una hora al sur de Roma. Es un balneario tranquilo, donde en la época de verano van muchos italianos de otras ciudades a vacacionar, pero en el invierno se vuelve aún más tranquilo, y solo se ve bastante gente paseando los fines de semana, cuando los locales salen a caminar por la costanera y disfrutar de las vistas del mar.

A mi parecer, tiene unas vibes muy de balneario viejo de la costa argentina, con apenas un par de cuadras de centro, edificios bajos de no más de cuatro pisos, y todo un poco anticuado. Pero tengo que admitir que, desde que vimos la ciudad por primera vez, quedamos enamorados.

Ahora, si bien la ciudad era linda, esto no era lo que teníamos planeado desde un principio, por lo que no solo no sabíamos dónde nos estábamos metiendo, sino que no conocíamos absolutamente nada. Y aunque me encantaría decir que todo fue color de rosas, la verdad es que el primer mes que estuvimos acá fue un poco complicado. Lu se iba a trabajar y yo estaba en casa todo el día, desempleada, sin nada que hacer, sin rutina ni motivación. Me sentía encerrada entre cuatro paredes y no había mucho que pudiera hacer al respecto. Tuve que hacer un gran trabajo para tratar de sobrellevar esa situación, pero de a poco, y con tiempo, todo se fue acomodando.

Para hacer alguna actividad juntos, con Lu nos anotamos a clases de salsa y bachata, empezamos a socializar y nos hicimos parte del grupo. De a poco, y por repetición, fuimos al súper cerca de casa y nos empezamos a saludar con el dueño, que está ahí vigilando casi siempre. Encontramos un café que nos gusta, y al que vamos a desayunar algún que otro fin de semana. Nos hicimos amigos que viven en una ciudad cercana. Ya sabemos a dónde ir a comprar cada cosa que necesitamos y seguimos amando ir a ver el atardecer a la playa cada fin de semana.

Sé que algunas cosas suenan como pavadas, pero pasar de salir de casa y no tener a quién saludar, o con quién hacer algo, de no saber dónde poder comprar un plato o una camiseta, ¿a todo esto que les mencioné? Créanme que se siente como todo un logro. De a poco fuimos armando una rutina y una vida que disfrutamos tanto que, cuando llegó el momento de decidir si nos quedábamos en la zona o nos mudábamos a otra ciudad, no quisimos irnos.

Ese fue el momento en el que me di cuenta: habíamos construido un hogar sin darnos cuenta.

Es increíble cómo uno puede lograr sentir que pertenece a un lugar donde hace un par de meses solo había un departamento vacío y uno ni siquiera sabía que existía. Como, de repente, te vas unos días de vacaciones y, al final, querés volver a tu casa, a tu barrio. Como te sentís tan cómodo que ya no tenés la urgencia de buscar un nuevo destino al que mudarte. Al contrario, querés quedarte un tiempo, recibir a tus seres queridos ahí y mostrarles todo lo que hacés a diario (aunque solo sea leer y caminar por la playa).

No sé si ustedes concuerdan conmigo, o si sienten a su ciudad y su casa como hogar, espero que sí. Pero, cuando estás viajando, es un poco difícil encontrar eso; se necesita algo de estabilidad, y eso no va de la mano de ser backpacker. Y debo admitir que, si bien disfrutaba mucho del dinamismo, de no saber en dónde iba a estar en dos meses y tener todo el mundo a mi disposición como para ir a donde yo quisiera, estar un poco quieta, tener mi casa, mis cosas y encontrar regocijo en la rutina, también me gusta mucho. Encontré una nueva calma y un nuevo disfrute en mi vida en Torvaianica, en mi hogar.

No sé cuánto tiempo nos quedaremos en la ciudad, ni cuánto nos dure esta sensación de que estamos en el lugar correcto. Pero el hecho de haberlo conseguido, de estar en casa y sentirnos a gusto y plenos, creo que ya es un gran logro para lo que va del año, ¿no? ¿Ustedes qué opinan?

Los dejo por esta semana, pero ¡nos leemos en la siguiente publicación!

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Los leones de Sicilia: Reseña Literaria

Los leones de Sicilia: Reseña Literaria

¡Hola a todos! Hoy les traigo una nueva sección en este blog. Debo confesar que estoy disfrutando demasiado de escribir esto porque estoy combinando absolutamente todas las cosas que me gustan pero en un mismo espacio, y me alegra muchísimo poder estar compartiéndolo con ustedes. 

Creo que no hay una sola forma de viajar, si bien sabemos que la de subirse a un avión o agarrar el auto y salir a la ruta es la mejor y más divertida. Por eso hoy les traigo otra forma de irnos por un rato: a través de la literatura. Si hay algo que me gusta de leer, es que te puede llevar a conocer lugares, culturas y hasta idiomas que uno no conocía sin la necesidad de salir de la comodidad de tu casa o de tu sillón. Y eso es lo que vamos a ir descubriendo en esta sección. 

Ahora, para sumergirnos en la cultura italiana, ¿qué mejor que buscar libros de autores que sean locales? En esta ocasión les voy a traer la reseña de un libro de una autora siciliana. Y la idea es que a lo largo de esta sección, y por lo menos al principio, podamos recorrer distintos libros, tal vez de distintos géneros, pero siempre de autores nativos del lugar. 

Para arrancar les traigo Los leones de Sicilia, un libro del género romance histórico, escrito por la autora Stefania Auci.

La trama cuenta la vida de la familia Florio, comenzando con la historia de Ignazio y Paolo, quienes llegan a Palermo (Sicilia) en 1799 huyendo de los terremotos de su tierra natal en Calabria. Allí montan una tienda de especias que termina siendo la mejor de la ciudad y comienzan a expandir sus negocios a otros rubros también. Luego, cuando Vincenzo, el hijo de Paolo, toma las riendas de la Casa Florio, logran un avance imparable, con su propia compañía naviera, bodegas y fábricas. Sin embargo, en Palermo nadie los acepta, y durante décadas los consideran “extranjeros” y “mozos de cuadra”.  Nadie es capaz de comprender hasta qué punto en el corazón de los Florio late un ardiente deseo de éxito social que condiciona sus vidas durante generaciones, para bien y para mal.

Les prometo que todo esto que les estoy contando no es spoiler del libro. No solo está en la sinopsis oficial (como pueden ver en Goodreads), sino que la familia Florio existió de verdad. Por lo que si googlean acerca de ellos, van a saber esto mismo que les acabo de contar y tal vez un poco más. Lo que hace Stefania Auci en esta novela, es redactar de forma ficticia la vida privada de esta familia, y como su deseo de alcanzar el prestigio social los lleva a tomar las decisiones comerciales y personales que podemos ver a lo largo de la historia. 

Si tengo que ser honesta, a mi en particular no me gusto mucho. Le di 3 estrellas de 5, y solo porque sí logró mantenerme expectante en varios momentos de la historia. Sin embargo, la forma en la que está redactado, con muchos saltos temporales en el medio, me hizo un poco difícil la lectura. Seguir la trama al tener que estar reubicandome constantemente en el tiempo, hizo que por momentos, tuviera que dejar el libro o volver a leer la misma página, para ver si estaba entendiendo bien cuánto tiempo había pasado. 

A su vez, hubiera preferido que se informara un poco más al lector acerca de los sucesos políticos de ese momento. Estos solo están mencionados al inicio de cada gran salto temporal, y de una forma tan acotada y veloz, más parecida a una crónica periodística que a otra cosa, lo que me generaba aún más confusión. Por lo que luego, cuando nombraban personajes políticos importantes de la historia, no tenía tan en claro quienes eran y me costaba seguir el hilo y comprender algunas acciones. 

En cuanto a las historias “románticas” en la novela, como gran fanática empedernida del amor puedo decir que no estuvieron muy presentes. Los sentimientos que más prevalecen a lo largo de toda la historia son el rencor, el odio y el orgullo. Y son estas emociones las que llevan a los personajes a tomar las decisiones, no hacen las cosas por otro motivo. En general, cuando leo historias en donde estas emociones son las principales me incomodo un poco, no logro terminar de conectar con los personajes y con la historia debido a esto. En goodreads, leí una reseña en la que decían que parecía que la novela estaba escrita más para hacer una película o una serie, que para ser disfrutada como novela en sí. Y no solo estoy de acuerdo, sino que el tiempo le dio la razón a esta persona porque en la plataforma de Disney+ ya está la primera temporada de esta historia. 

En resumidas cuentas y para terminar con la reseña, es una novela histórica, bastante parecida a una telenovela mexicana vieja si me preguntan, entretenida de leer, un poco lenta y confusa, pero con la que al final del libro sabes y conoces algo de la historia de Sicilia, y por qué son un poco juzgadores de “ los de afuera” (incluso los de su propio país). La isla de Sicilia tiene una historia bastante difícil, con regímenes monárquicos distintos y muy duros para con ellos, que los llevaron a sufrir hambre y devastación durante años. 

Si lo que les interesa es pasar el rato, aprender un poco, y saber sobre antiguos métodos de producción y conservación del atún, les recomiendo que lo lean. Si quieren saber más sobre la historia de la isla en general (siempre de una forma entretenida, obvio), déjenme decirles que todavía me quedan varios libros para leer y reseñar y que ya voy a encontrar uno más informativo, no se preocupen 😉

En cuanto a la serie de Disney, es un poco más entretenida que el libro en sí. Modificaron algunas acciones y tramas de la historia, para que sea un poco más amigable con los protagonistas, por lo que uno no los llega a detestar del todo (va, depende). Contrario a lo que suelo opinar, creo que la serie es mejor que el libro, por lo que se las recomiendo como una forma amena de aprender un poco sobre el pasado de Sicilia. Lo único “malo”, para nosotros al menos, es que los diálogos originales están en su mayoría en siciliano, por lo que aún si entienden italiano la van a tener que ver con subtítulos en algún otro idioma, porque sino no se entiende nada. 

Ahora si, hasta acá llegamos con esta publicación, espero que les haya gustado y generado aunque sea un poquito de interés como para (al menos) ir a chusmear la sinopsis y otras reseñas del libro.

Ustedes ¿leyeron Los Leones de Sicilia? ¿Les interesaría leerlo? ¿Vieron la serie? Si hay algún libro en particular que les gustaría recomendar, soy toda oídos (o toda ojos teniendo en cuenta que estamos en un blog). 

¡Como siempre, gracias por leerme! ¡Nos vemos en la siguiente publicación!

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La Varia di Palmi

La Varia di Palmi

¡Buenas y santas! Hoy empezamos a tono, ya que les traigo una publicación un poquito religiosa. Como el título lo indica, les voy a contar acerca de una de las festividades más importantes de la región de Calabria: la Varia de Palmi.

Primero, un poco de contexto: Palmi es una ciudad situada en la provincia de Reggio Calabria, que forma parte de la zona conocida como la «Costa Viola», famosa por sus acantilados y aguas cristalinas. Tiene aproximadamente 20.000 habitantes y suele recibir bastante turismo durante el verano, debido a los múltiples balnearios en su zona de playa.

Pero cuando esta ciudad realmente se llena es durante la celebración de la Varia, una festividad religiosa que comenzó hace más de 340 años. Este evento tiene sus raíces cuando Palmi brindó asistencia a la ciudad de Messina tras una epidemia que causó la muerte de más de 40.000 personas.

Como signo de agradecimiento, la ciudad de Messina donó a las autoridades eclesiásticas de Palmi un cabello de la Virgen. En su honor, construyeron capillas y altares y comenzaron a realizar procesiones en la festividad de la Asunción, siguiendo el modelo de Messina. ¿Pero por qué es tan importante esta festividad? ¿Qué tiene de especial esta procesión?

En pocas palabras, la Varia representa la asunción de María al cielo. Es un carro sagrado con una alegoría del universo, pero desde una perspectiva geocéntrica, donde la Tierra es el centro del universo, con el sol, la luna y las estrellas girando alrededor. Un aspecto impresionante y único de este carro es que, a diferencia del de Messina, donde se utilizan muñecos, en la Varia de Palmi todas las personas que participan son reales.

Los personajes principales son la «animella» y el Padre Eterno. La «animella» es una niña de unos 11 años que representa el alma de la Virgen y es elegida por votación popular. Antiguamente, se seleccionaba entre niñas pobres y huérfanas, ya que, además, se les entregaba un «premio» con el que luego podían vivir dignamente. Hoy en día, si bien la dote se mantiene, ya no es requisito que la niña sea pobre.

En general, las celebraciones de la Varia comienzan el 16 de agosto, cuando se lleva la base del carro a la zona donde comienza el recorrido y se empieza a armar. Luego, en los días previos al último domingo de agosto, día en que se celebra la Varia, hay varios eventos: la preselección y selección de la «animella» y el Padre Eterno, la prueba de coraje (donde se mueve el carro con la niña arriba para ver si lo puede tolerar) y otras festividades organizadas por las corporaciones.

Cinco grupos participan en la organización y llevan a cabo la procesión. Estos representan diferentes oficios y tienen colores que los distinguen: azul para los marineros, rojo para los artesanos, amarillo para los carreteros, naranja para los boyeros1 y verde para los campesinos. Los participantes de estos grupos son llamados «mbuttaturi».

Bajo la Varia van 200 «mbuttaturi». En los mástiles, comenzando por la derecha, van primero los marineros, luego los artesanos, los carreteros, los boyeros y finalmente los campesinos. Toda la ciudad puede ayudar a llevar la Varia con las cuerdas, pero bajo el carro y las vigas solo van los «mbuttaturi».

Un dato curioso acerca del carro de la Varia (además de que pesa toneladas y mide 16 metros de altura) es que no tiene ruedas. Se desliza por el corso Garibaldi gracias a cuatro XXX ubicados debajo, que resbalan sobre las rocas de granito del corso. De hecho, durante el transporte, se puede sentir el humo generado por el contacto entre el acero y el granito. Quienes llevan el carro, arrastrándolo por la calle, tienen que usar varios pares de medias para no quemarse los pies, ya que no pueden usar zapatos porque se podrían tropezar.

Así, a pura fuerza física y voluntad de los «mbuttaturi», la Varia recorre todo el corso Garibaldi, desde el principio hasta el final. Al llegar al final, el Padre Eterno gira la «animella» y regresan hasta detenerse en la plaza Primo Maggio, la principal de la ciudad.

La ciudad vive y respira esta festividad. Es impresionante ver cómo las distintas organizaciones y las festividades de los días previos al evento transforman el ambiente de Palmi. Desde el show de luces en la plaza principal hasta la decoración de las calles, el ambiente de agosto es de celebración constante. Al presenciar todo lo que sucede durante este mes, uno entiende por qué es tan importante para sus habitantes.

Sumado a esto, el concepto del milagro de la Virgen y la celebración religiosa es algo que, aunque uno no sea creyente o no comparta ciertos ideales, realmente es digno de presenciar y disfrutar. Tal es así que, en 2013, la Varia di Palmi fue incluida en el patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco, reconociendo su importancia cultural a nivel mundial.

No puedo describir con palabras las sensaciones que le atraviesan a uno cuando está viviendo este evento. Ver a toda la gente concentrada a lo largo de la calle principal y la plaza, sentir la presencia de una energía que conmueve a miles de personas al mismo tiempo, ver la emoción y las lágrimas en la cara de cada uno de los que participan, incluso si solo lo hacen como espectadores. La euforia y el placer de saber que estás presenciando algo magnífico, único, que no vas a encontrar en otro lugar, al menos no representado de la misma forma.

Puedo decir, entonces, que la Varia de Palmi no es solo una tradición religiosa, sino un evento que involucra a toda la comunidad, transmitiendo valores de fe y esfuerzo colectivo. Vivir esta experiencia no solo le permite a uno apreciar la historia y las creencias de la región, sino también comprender la profunda conexión entre el pasado y el presente de este pueblo.

Escribir esta entrada fue muy especial para mí. No solo porque me permite contar en detalle un evento que pude vivir y disfrutar el año pasado, sino también porque tuve el placer de hablar con Francesco (Ciccio) Gagliostro, un amigo de la ciudad que participa en la organización de la Varia con el grupo de los marineros. Francesco me brindó información valiosa, explicándome en detalle cómo funciona esta tradición tan importante para ellos y sumando datos que yo desconocía.

Además, tengo el orgullo de compartir con ustedes las fotos que tomó ese mismo día un gran amigo mío y excelente fotógrafo: Tomás Palacios. Él se lleva todo el crédito por las imágenes que pudieron ver en esta publicación y en la de Instagram. (No me digan que no están increíbles). Pueden ir a chusmear su Ig haciendo click acá.

Se podría decir que esta es mi primera entrada colaborativa, y creo que hasta ahora va muy bien, ¿no? ¿A ustedes qué les parece?

No se olviden de dejar en los comentarios qué opinan de esta entrada y del evento en sí. ¿Les gustaría vivir la experiencia de una Varia de Palmi? ¿Creen que en Argentina tenemos algo similar y no es tan conocido? ¡Cuéntenme!

Mientras tanto… ¡Nos leemos en la siguiente publicación!

  1. «Boyeros» es el término utilizado para referirse a las personas que se dedican a guiar y manejar bueyes, animales utilizados tradicionalmente para el transporte de carga o para labores agrícolas, como arar la tierra. ↩︎

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