
¡Hola de nuevo! Hoy les quiero contar sobre uno de los últimos destinos que conocí y que me parece curioso para recorrer: Nápoles.
Cuando uno habla de Italia, hay ciertas ciudades que resuenan más, que son más populares que otras: Roma, Florencia, Milán, Nápoles. Para los argentinos, sobre todo, esta última suele ser un imperdible.

Hay algunos hechos mundialmente conocidos sobre los napolitanos que voy a mencionar para sacarlos del medio: son los inventores de la pizza, son muy supersticiosos y creyentes, tienen el fútbol muy arraigado a su cultura, y veneran a Maradona más que los propios argentinos, me atrevería a decir. Prácticamente cualquier video en YouTube o post en internet habla sobre esto. ¿Pero sabemos algo más de esta ciudad?
Algo que me parece muy interesante es que es muy difícil mantener una posición neutral sobre Nápoles. O te gusta o no te gusta, no hay términos medios. Es desordenada, caótica, un poco sucia, ruidosa, y aun así, está llena de personalidad (suena como cuando le queres presentar alguien a un amigo, ¿no?). En mi caso particular, tardé varias semanas en terminar de definir si me había gustado o no visitarla, y es que no es el tipo de ciudad al que estoy habituada. Sin embargo, hoy puedo decir que me parece una ciudad fascinante e imperdible para unas vacaciones en Italia. ¿Por Maradona? Definitivamente no. Aunque sí fue lindo ver cómo lo adoraban y escuchar la historia del porqué. Me ayudó a verlo con otros ojos, al menos por un rato.
Entonces, ¿qué tiene de interesante? ¡Todo! Primero vamos con un poco de contexto y después desarrollamos, ¿sí?
Nápoles es una ciudad bastante sufrida de Italia, fundada por los griegos alrededor del siglo VIII a.C., y luego codiciada por romanos, bizantinos, normandos, suabos, aragoneses y borbones (uff, un montón). Durante siglos fue la ciudad elegida por la aristocracia, que instalaba allí sus residencias, especialmente cuando formaba parte del Reino de las Dos Sicilias y era frecuentada por la corte. Sin embargo, tras la unificación de Italia y el traslado del poder hacia el norte, muchas familias nobles abandonaron la ciudad, lo que la llevó a una etapa de decadencia. Aun así, Nápoles siguió creciendo y transformándose hasta convertirse en la ciudad que es hoy.
Si analizamos en detalle todo lo que les sucedió a lo largo de los años, se entiende que hoy en día sus habitantes sean tan creyentes. Se encuentran altares a vírgenes, santos y difuntos en muchas de sus calles, y (mi dato preferido) cuentan con 56 santos patronos oficiales. Si bien en Italia es muy común que cada pueblo o ciudad tenga un santo patrono, en este caso ¡ellos tienen 56! Y aunque los celebren a todos, hay uno que es el más conocido y venerado: San Gennaro. Voy a tener que hacer un post separado con la historia de San Gennaro, porque me parece un relato increíble, pero por ahora volvamos a lo que nos incumbe hoy…
Antes de hablar de las cosas que se pueden hacer y ver en Nápoles, voy a aclarar que yo solo tuve la posibilidad de estar dos días, por lo que no llegué a ver todo, pero si ustedes tienen más días para dedicarle, van a poder aprovecharla mucho más.
Catacumbas de San Gennaro:
Fue una experiencia muy entretenida. Las catacumbas son antiguos cementerios e iglesias, ocultos bajo la ciudad actual, y cuentan con varios pasadizos para recorrer. Los guías del tour son miembros de la organización que ayudó a restaurarlas y reabrirlas al público, por lo que a medida que te van explicando la historia, te das cuenta de que lo hacen con una pasión y una conciencia que no siempre se ve. Es una linda experiencia para hacer si estás poco tiempo en la ciudad, ya que no es muy larga, pero sí muy interesante.

Napoli Sotterranea:
Nosotros no la hicimos, pero nos dijeron que es una gran experiencia. Son túneles subterráneos usados como refugios durante la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, no es para claustrofóbicos: los túneles son angostos y hay que recorrer varios metros sin salida (este fue el motivo por el cual no los conocimos)
Basílica dell’Incoronata Madre del Buon Consiglio:
Una de las iglesias que más me gustaron hasta ahora (y vivo en Italia, así que no vi pocas). Fue construida entre 1920 y 1960, por lo que es bastante nueva, y es conocida como la «Pequeña San Pedro», ya que se inspiraron en la Basílica de San Pedro en Roma para construirla, aunque en una escala menor. Se destaca por su fachada, pero su interior también es hermoso, ya que cuenta con numerosas obras de arte rescatadas de otras iglesias napolitanas cerradas o dañadas. Realmente la considero un imperdible en la ciudad.



Catedral de Nápoles:
Es el corazón espiritual de la ciudad. Está dedicada a San Gennaro, y es en donde se celebra el famoso milagro de la licuefacción de su sangre tres veces al año (ya les voy a contar más de esto, como les prometí). Nosotros no la llegamos a visitar, pero si tienen la oportunidad, no duden en ir.
Quartieri Spagnoli:

Es un barrio tan caótico como pintoresco. Lleno de ropa colgada en los balcones, murales (acá está el de Maradona), motos que pasan al lado tuyo y bares con mesas en la calle. Fue un barrio “peligroso” durante años, pero hoy es un lugar turístico.
Vía Toledo:
Esta es la calle comercial principal de Nápoles. Hay locales de ropa, zapaterías, perfumerías, cafeterías y heladerías. Es muy linda para pasear tanto de día como de noche.



Palacio Real de Caserta (Reggia di Caserta):
A solo 40 minutos de Nápoles se encuentra uno de los palacios más hermosos de la zona. Inspirado en el Palacio de Versalles, es considerada la residencia real más grande del mundo (en volumen), ya que no solo cuenta con 1.200 habitaciones, sino también con jardines de aproximadamente tres kilómetros, ideales para pasear durante el día. El edificio es impresionante, pero sus exteriores son una locura. Googleenlo si no me creen 😉
Pompeya:
Si bien está a 30 minutos de Nápoles en tren, Pompeya es una ciudad que quedó congelada en el tiempo tras la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Nosotros no tuvimos tiempo de ir, pero nos contaron que al pasear por sus calles se siente como viajar en el tiempo: casas, mosaicos, teatros… todo sigue como lo dejaron sus habitantes al momento de la tragedia. Definitivamente sigue en mi lista de pendientes.
Ahora que ya mencionamos las principales atracciones turísticas de la ciudad, creo que podemos pasar a nuestro último ítem (redobles de tambor, por favor): la comida.

La comida en Nápoles es casi una experiencia religiosa. No solo son los creadores de la mejor pizza de Italia, sino que también tienen otros platos típicos que vale la pena probar. Hay pizzerías muy famosas y reconocidas a las que pueden ir, como “L’Antica Pizzeria Da Michele”, “Sorbillo” y “Starita”, pero la verdad es que donde sea que paren a comer, es muy difícil que salga mal. Para mi, lo mejor es pasear tranquilo y ver en donde les llama más la atención para sentarse a comer, o comprar algo al paso y seguir recorriendo.
En cuanto a lo dulce, los napolitanos tienen dos clásicos: el babà y la sfogliatella. Si bien los pueden probar en prácticamente cualquier puesto o pasticceria, “Sfogliatella Mary” y “Scaturchio” son los lugares más conocidos para esto.
Tengo que ser honesta (como siempre) y decir que no me gusta ninguno de los dos. El babà te lo sirven en una especie de canastita con mucho ron, y es demasiado fuerte para mí, y la sfogliatella es muy parecida al aragostino (otro dulce clásico italiano), pero con un relleno más pastoso, y cuando la probé ni pude terminarla, pero como dicen: sobre gustos…
Bueno, creo que hasta acá llegamos por hoy. En una próxima entrada les voy a contar la historia de San Gennaro, que me pareció fascinante. Pero antes de despedirme, déjenme decirles que si bien Nápoles no entró en mi top 5 de ciudades, realmente me pareció un lugar pintoresco y entretenido para visitar por unos días o un fin de semana.¡Espero que les haya gustado la publicación de hoy, y nos leemos en la siguiente!
Gracias…


























































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